Ignacio Sánchez-Mejías junto al cuerpo de Joselito

Una de las fotografías más comentadas de Campúa es este retrato del torero Ignacio Sánchez-Mejías llorando junto al cádaver de Joselito en la enfermería de la plaza de toros de Talavera de la Reina (Toledo) el 16 de mayo de 1920. José Demaría Vázquez «Campúa» era el único fotógrafo que estaba aquel día cubriendo la corrida.

El torero Ignacio Sánchez Mejías llora la muerte de Joselito en la enfermería de la plaza de toros de Talavera de la Reina (Toledo) el 16 de mayo de 1920.

Tal y como la describe Paz Domingo en el blog Primer Aviso de El País en el artículo «La historia de una foto que tiene autor»:

Es una de las imágenes más emblemáticas de la historia de la fotografía taurina y, quizá también, una de las más dramáticas, aunque la escena no se desarrolle en un ruedo. El torero Ignacio Sánchez Mejías, inclinado sobre el cuerpo sin vida de Joselito, apoya su mano derecha en la cabeza del diestro sevillano muerto de una cornada horas antes en la plaza de Talavera de la Reina, y con la izquierda sujeta su desconsuelo. La firma de esta fotografía también ha padecido una auténtica desventura. Atribuida en ocasiones al fotógrafo Baldomero, y en otras no aparece reseñada, reproducida en incontables ocasiones, la instantánea fue realizada por José Demaría Vázquez, Campúa, y fue publicada por primera vez en la revista Mundo Gráfico el 19 de mayo de 1920, tres días después del fallecimiento de Gallito.

Incluso en el diario ABC fue publicada sin firmar, lo que motivó que el entonces director del periódico Luis María Ansón, enviase una carta de disculpa a Pepe Campúa ofreciéndole un pago de 400 pesetas por haber publicado la imagen. A continuación reproducimos dicho documento inédito.

El director de ABC se disculpa por haber publicado sin firmar la foto de Ignacio Sánchez-Mejías y Joselito, realizada por José Demaría Vázquez "Campúa" en 1920.

El director de ABC se disculpa por haber publicado sin firmar la foto de Ignacio Sánchez-Mejías y Joselito, realizada por José Demaría Vázquez «Campúa» en 1920.

En el blog de Fernando Martínez se puede encontrar más información de Campúa como fotógrafo taurino, una vertiente bastante desconocida del trabajo de este reportero.

Miguel de Unamuno una figura escasamente representada en la obra de los Campúa

No son muchas las fotografías de las que se conserva registro en las que Campúa -padre o hijo- retrataran a uno de los grandes literatos y pensadores de la España de principios de siglo XX. Inmortalizado en decenas de ocasiones por los grandes fotógrafos de la época -Alfonso, Díaz Casariego, Combau, Cortés…- no existen, sin embargo, registros representativos de que el Miguel de Unamuno posara para José L. Demaría López o José Demaría Vázquez. Ni siquiera cuando José María Carretero «El Caballero Audaz» le entrevistó para La Esfera en enero de 1924 fue acompañado de Campúa padre quien era su fotógrafo habitual para la sección «Nuestras visitas».

Resulta difícil saber a qué se debe esta ausencia cuando, a buen seguro, Campúa padre y Unamuno -ambos colaboradores de La Esfera– debieron coincidir en diversos actos y más aún cuando en Mundo Gráfico se publicaron en los años treinta numerosas fotografías del pensador bilbaíno tanto en funciones de diputado como nombramientos y

Portada de Mundo Grafico, revista dirigida por Campúa padre, publicada el 3 de octubre de 1934

Portada de Mundo Grafico, revista dirigida por Campúa padre, publicada el 3 de octubre de 1934

actos de homenaje. Cabe destacar la portada que la revista -dirigida en aquel entonces por José L. Demaría López, «Campúa» padre- dedicó a Miguel de Unamuno el 3 de octubre de 1934, con motivo de la jubilación del entonces rector de la Universidad de Salamanca. Con fotografía de Alfonso, el texto editorial de aquella portada reseñaba con patente admiración:

España se ha inclinado en estos días reverentemente ante la figura prócer de don Miguel de Unamuno. Los setenta años gloriosos del gran profesor han podido contemplar cómo las mas altas representaciones de nuestro país han colaborado en este homenaje que han tenido por fondo el dorado y amado paisaje de la tierra salmantina, escenario de los sueños mejores y los mejores trabajos de don Miguel. He aquí a Unamuno- su nombre más allá del tiempo y del espacio, no necesita ya adjetivos– durante la lectura del magistral discurso en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca.

Recogemos a continuación, sin embargo, algunas de las escasas ocasiones en las que los Campúa retrataron a Miguel de Unamuno en el desarrollo de su actividad como personaje público de relevancia en la política y las letras en España.

Unamuno retratado por Campúa padre durante un discurso en la Plaza de Toros de Las Ventas en 1917

Unamuno retratado por Campúa padre durante un discurso en la Plaza de Toros de Las Ventas en 1917

La primera de las fotografías de las que se encuentran referencias data del 30 de mayo de 1917 y es, por tanto, de Campúa padre. Apareció en una crónica publicada por Mundo Gráfico bajo el título «Los oradores perorando», sobre un mitin celebrado en la Plaza de Toros de las Ventas en el que intervinieron Alejandro Lerroux, Melquiades Álvarez, Emilio Menéndez Pallarés, Andrés Ovejero y Miguel de Unamuno, entre otros ante un público de 18.000 personas. El pie original de la imagen detallaba:

D. Miguel de Unamuno en el momento de pronunciar uno de los más elevados conceptos de su peroración.

La siguiente fotografía, también de Campúa padre, se publicó con motivo de un homenaje a Benito Pérez Galdós, Mariano de Cavia y Miguel de Unamuno en el Hotel Palace de Madrid. Los tres homenajeados, al igual que Campúa, colaboraban con las distintas publicaciones del grupo Prensa Gráfica y a ellos se rindió reconocimiento desde la intelectualidad madrileña como acto de protesta frente a la censura que habían sufrido sus textos. La crónica, que se publicó en Mundo Gráfico el 16 de octubre de 1918, detallaba:

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Página de Mundo Gráfico publicada el 17 de octubre de 1918 con la crónica del homenaje a Galdós, Cavia y Unamuno

De grandioso, sin temor a hipérbole exagerada, puede calificarse el acto celebrado en el Palace Hotel el domingo 13 de octubre. […] para protestar contra los desmanes de la censura. Más de 500 comensales sentáronse en torno del maestro de la novela española, del maestro de la filosofía española y del insigne periodista, donde se ha simbolizado en estos momentos la libérrima voluntad del pensamiento en España. […] La redacción en pleno de Prensa Gráfica tuvo la alegría de asistir a este acto, que consideramos necesario y esperamos no sea estéril. [Un homenaje que] tuvo la eficacia de colocar a Miguel de Unamuno en el relevante puesto que siempre mereció y que no siempre se le ha concedido.

En esta crónica se publicaron sendos retratos de los tres homenajeados, entre ellos Miguel de Unamuno cuando residía en Madrid en la Residencia de Estudiantes. Esta fotografía realizada por José L. Demaría López, Campúa padre, sería utilizada en sucesivas ocasiones por la editorial Prensa Gráfica. Entre ellas un reportaje sobre el fin del exilio de Unamuno, que se publicó en Nuevo Mundo el 14 de febrero de 1930 y otro en Mundo Gráfico el  1 de agosto de 1934.

 

Retrato de Unamuno realizado por Campúa padre en 1918

Retrato de Unamuno realizado por Campúa padre en 1918 y que sería utilizado en diversas publicaciones de Prensa Gráfica.

Años más tarde sería Campúa hijo quien retrataría a Unamuno, en el marco de una gira de mítines realizada por Niceto Alcalá-Zamora de la que la Mundo Gráfico daba cuenta el 30 de marzo de 1932. La revista hablaba del «Triufal recibimiento hecho por el pueblo de Murcia al presidente de la República Española». A modo de fotonoticia, las páginas relataban la visita oficial de Alcalá zamora, que entró junto al alcalde de Murcia, entre aclamaciones a la ciudad alicantina. Miguel de Unamuno le acompañaría en el balcón del Ayuntamiento, desde donde presenciaron un desfile de banderas.

Reportaje publicado en Mundo gráfico el 30 de marzo de 1932 con fotografías de José Demaría Vázquez "Campúa"

Reportaje publicado en Mundo Gráfico el 30 de marzo de 1932 con fotografías de José Demaría Vázquez «Campúa»

Unamuno junto a Alcala-Zamora retratados por Campua hjo durante un acto en Francia.

Fotografía del reportaje de José Demaría Vázquez, Campúa hijo, en el que Unamuno aparece junto a Alcala-Zamora durante un acto en Murcia.

En aquella época Miguel de Unamuno (Bilbao, 29 de septiembre de 1864 – Salamanca, 31 de diciembre de 1936) era rector de la Universidad salmantina y, además, se había presentado a las elecciones a Cortes y había sido elegido diputado como independiente por la candidatura de la coalición republicano-socialista en Salamanca. En 1933 decidió no optar a la reelección y al año siguiente se jubiló de su actividad docente y fue nombrado Rector vitalicio. Al iniciarse la guerra civil, apoyó inicialmente el alzamiento del bando franquista pero a los pocos meses se retractó de este apoyo y, tras algunos incidentes pasó sus últimos días bajo arresto domiciliario, en un estado, en palabras de Fernando García de Cortázar, de «resignada desolación, desesperación y soledad».

Entrevista y caricatura de José Campúa por Manuel del Arco

El 16 de noviembre de 1952 el Diario de Barcelona publicó una entrevista a José Demaría Vázquez «Campúa», realizada por el periodista y caricaturista aragonés Manuel del Arco que alcanzó gran prestigio por hacer interviús atrevidas que incluían siempre una caricatura del  personaje entrevistado. Se inició en el Heraldo de Aragón y después, en 1939, se trasladó a Barcelona donde colaboró con periódicos como el Diario de Barcelona y La Vanguardia.

Reproducimos íntegramente su entrevista con el fotógrafo a continuación, incluyendo algunas de las fotografías a las que hacía referencia, para seguir profundizando en la vida y la trayectoria profesional de Pepe Campúa.

Caricatura que ilustraba la entrevista, publicada el 16 de diciembre de 1952 en el Diario de Barcelona

Caricatura que ilustraba la entrevista, publicada el 16 de diciembre de 1952 en el Diario de Barcelona

Vd. dirá… José Campúa

Fotomontaje del cadáver de Eduardo Dato tras el atentado, publicada en Mundo Gráfico el 16 de marzo de 1921

Fotomontaje del cadáver de Eduardo Dato tras el atentado, publicada en Mundo Gráfico el 16 de marzo de 1921

Treinta y cuatro años de vida profesional lleva José Campúa, decano de los periodistas fotógrafos en activo. Es el presidente de la Asociación de Informadores Gráficos.– ¿No te han roto nunca la máquina?
– Una vez en Sevilla, en una tarde desastrosa del «Gallo» se echó sobre mí uno de su cuadrilla y me la arrebató.

– Y, ¿qué hiciste?
– Presenté la denuncia, y se cortó la cosa por intervención de «Joselito», que me regaló una máquina nueva mejor que la que tenía.

– ¿Cuál ha sido la fotografía que no has podido hacer?
– Cuando el asesinato de Dato, quise fotografiar el cadáver de Don Eduardo en la mesa de operaciones de la casa de socorro; y la hija del presidente, llorando, me rogó que no la hiciera.

– Pero, ¿no se publicó esa foto?
– Sí; era la época de las composiciones fotográficas, y mi director, Don Francisco Verdaguer, no se quiso perder el éxito y compuso una doble página con la foto que yo hice en la mesa de operaciones, y detrás, los médicos y el juez; y, luego, se colocó con arreglos la figura de Don Eduardo, yacente.

Cadáver de Antonio Teruel, autor del crimen del correo de Andalucía. Fotografía de Campúa publicada en Mundo Gráfico el 23 de abril de 1924

Cadáver de Antonio Teruel, autor del crimen del correo de Andalucía.
Fotografía de Campúa publicada en Mundo Gráfico el 23 de abril de 1924

– ¿Cuál es la figura que más veces has retratado?
– Don Alfonso XIII, primero, y ahora, casi alcanzándole, al general Franco.

– ¿Cuál fue la fotografía más íntima que lograste del rey?
– Durante el viaje a Las Hurdes, donde fui como único periodista, en el pueblo Las Mestas en pleno corazón de esa región inhóspita, debido al calor asfixiante descendimos de los caballos y nos metimos en un riachuelo; y el rey me dijo: «tráete la máquina, que vas a hacerme la única fotografía que no pudo hacerme tu padre»; y en ella aparece con el doctor Marañón. Ten en cuenta que no llevábamos ninguno traje de baño.

– ¿Cuál fue la más indiscreta de estos últimos tiempos?
– En la ONU, el año pasado en noviembre, tuve la suerte de pillar a Vichinsky con una paloma blanca que le ofreció una señora, diciéndole que no estrangulase la paz.

Toma del Gurugú (Marruecos), fotografiada por Campúa en 1921

Toma del Gurugú (Marruecos), fotografiada por Campúa en 1921

– ¿Qué foto le gustaría hacer ahora?
– Acompañar a Einsenhower a Corea.

– ¿Cuál no hubieras querido hacer?
– Las del crimen del correo de Andalucía, por lo desagradable del asunto.

– De todas cuantas fotografías hiciste en tu vida, si te dijeran que conservases una sola, ¿por cuál te decidirías?
– La toma del Gurugú en 1921.

– ¿Cuál ha sido tu reportaje mejor pagado?
– Tres fotografías de la boda de la marquesa de Villaverde, 25.000 pesetas, que se publicaron en los Estados Unidos y en Inglaterra antes que en Madrid.

– Con el «flax», ¿está hoy todo resuelto?
– Totalmente, si hay un periodista detrás…

– Y delante, un objetivo…

DEL ARCO

Sofía Loren ante la cámara de Campúa

La actriz Sofía Loren, que recientemente ha celebrado su 80 cumpleaños, visitó en varias ocasiones Madrid con motivo del rodaje de películas como El Cid en 1961 o La caída del Imperio Romano en 1963, ambas de Anthony Mann. Pero la primera de esas visitas fue en febrero 1956 y la actriz italiana tuvo un gran recibimiento en Madrid por parte de la prensa y el público. El motivo del viaje -que también incluyó una visita a Barcelona-, según señalaba La Vanguardia el 19 de febrero de 1956, era reunirse con Stanley Kramer para intercambiar impresiones acerca de su actuación en la película Orgullo y pasión que también rodaría en España meses más tarde al lado de Cary Grant y Frank Sinatra.

«En Madrid, donde recibirá a los representantes de la prensa española y corresponsales de toda la prensa europea y americana, coincidirá con el famoso interviurador de la televisión norteamericana Ed Sullivan el cual realizará un reportaje dedicado especialmente a los preparativos de la película», relataba el diario.

De aquella visita se conservan las siguientes fotografías de José Demaría Vázquez «Campúa» que en la época trabajaba como reportero cubriendo la actualidad tanto de la política como de la sociedad y el espectáculo.

Sofía Loren retratada por Campúa en febrero de 1956 a su llegada al aeropuerto de Madrid

Sofía Loren retratada por Campúa en febrero de 1956 a su llegada al aeropuerto de Madrid

El No-Do, único noticiario audiovisual de la época, también dio noticia de la visita de Sofía Loren a Madrid

El No-Do, único noticiario audiovisual de la época, también dio noticia de la visita de Sofía Loren a Madrid

Cuando las estrellas de Hollywood llegaban a Madrid era habitual que los periodistas y fotógrafos las recibieran en el aeropuerto de Barajas y que luego ofrecieran una rueda de prensa, frecuentemente en el hotel Castellana Hilton que había sido inaugurado en 1953 por el propio Conrad Hilton y un elenco de artistas de la gran pantalla.

Charles Chaplin ante la cámara de Campúa

En febrero de 1964 el diario Pueblo encargó a Marino Gómez-Santos un reportaje biográfico que se publicaría en varias entregas sobre la vida de la reina Victoria Eugenia de Battenberg. Para elaborarlo el periodista se trasladó a Lausana para entrevistar a la viuda de Alfonso XIII y pidió que le acompañara José Demaría Vázquez «Campúa», que le parecía el fotógrafo más idóneo para aquella ocasión por su trayectoria y su vinculación a la casa real.

Marino Gómez-Santos frente a Le Corsier, la residencia de Charles Chaplin en febrero de 1964

Marino Gómez-Santos frente a Le Corsier, la residencia de Charles Chaplin en febrero de 1964, fotografiado por Campúa

Una vez que cumplieron su misión y realizaron la entrevista y la sesión de fotos a Victoria Eugenia, continuaron con su viaje y decidieron trasladarse a Vevey donde tenía su residencia el gran actor de cine, ya retirado, Charles Chaplin. El encargo era en esa ocasión entregarle a Charlot una carta de Edgar Neville que llevaba Gómez-Santos e intentar hacerle una entrevista. El propio Marino Gómez-Santos relataría aquella aventura años más tarde en el diario ABC en un reportaje publicado el 9 de junio de 1968:

Resulta emocionante aquella decisión de ir a Vevey en busca de «Charlot». El automóvil avanzaba por la autopista en una tarde de lluvia y José Campúa que nos acompañaba volvía a sentirse joven en este ambiente palpitante del reportaje en el que hizo sus primeras fotografías.
[…]
Al llegar a Vevey la lluvia había cesado y empezaba a salir el sol. Nos adentramos en la zona residencial en busca de la finca de Chaplin, de la cual sabíamos únicamente que se llamaba «Le Corsier».

Por aquel entonces Gómez-Santos tenía poco más de 30 años, aunque ya llevaba a la espalda un importante recorrido como periodista. Pepe Campúa, sin embargo, tenía ya 63 años de edad y su salud y su agilidad no eran las mismas de antaño. Sin embargo se lanzaron a buscar la finca, la encontraron y decidieron entrar, tal y como prosigue el relato publicado en ABC:

Naturalmente, nosotros no teníamos cita con Chaplin. Ni podíamos ocultar las pocas probabilidades que teníamos de verle porque ya es sabido que, como Picasso, no quiere ver apenas a los viejos amigos y de ninguna manera acepta solicitudes de desconocidos. Ya estábamos en Le Corsier. Al traspasar la puerta de hierro que estaba abierta de par en par pudimos ver a la izquierda unas cocheras y caballerizas […]
-Aquí parece que no hay nadie- dijo Campúa.
-Alguien habrá cuando está aquel automóvil aparcado cerca de la puerta. Tú prepara las cámaras. […]
Echó a la espalda las cámaras fotográficas para no infundir demasiadas sospechas y comenzamos a caminar por el sendero de arena hacia la casa.
¡En menudo lío me has metido! ¡Mira que yo ya no estoy para correr! […]

Pocas veces en su carrera -y especialmente en aquella última época- había tenido Pepe Campúa que hacer labores tan parecidas a lo que hoy conocemos como un paparazzi puesto que sus fotografías del mundo del espectáculo habitualmente eran retratos de estudio o reportajes en ruedas de prensa, entrevistas y presentaciones.

Pero así fue como los dos periodistas abrieron la valla y se adentraron en la finca de Le Corsier:..

A los quince o veinte pasos salió el mismo Charles Chaplin en persona detrás de unos abetos, como puede salir una perdiz. Vestía un abrigo de cachemire color crema, una camisa blanca, sin corbata y trataba de disimular su fisonomía con un sombrero y unas gafas de cristales oscuros. […] Nos indicó que si teníamos algún recado lo dejásemos allí en la casa, en su secretaría. Después estuvo indeciso, porque dio dos o tres pasos hacia atrás, sin atreverse a romper la barrera que hacíamos en medio del camino. Y empezó la conversación.
-¿Qué quieren ustedes?- preguntó Chaplin.
-Venimos a verle. Somos españoles.
¿Periodistas?
Por supuesto…
-Pues llamen mañana a mi secretaria por teléfono, ahora voy a dar un paseo a pie porque me duele la cabeza.
Posiblemente fuese cierto, pero también podía ser una fórmula rápida para desentenderse de nosotros de manera que no dudamos en desplegar todos nuestros recursos de urgencia.
-Edgar Neville y Tono me han hablado mucho de usted.
-¡Ah, sí, Neville y Tono!… ¿Sigue Neville tan gordo? Hace algunos años nos vimos en Londres… Casi no le reconocí, cuando fue a Hollywood era joven y deportista.
Parecía que la conversación iba a tomar una cierta temperatura cordial con el recuerdo de aquellos dos españoles que había conocido en los verdes años de su juventud. Pero aquella sensación duró solo un instante. La sonrisa de Chaplin fue como un relámpago, porque se pasó la mano por la frente, contrariado quizá por la nostalgia. Luego salió corriendo con las manos hundidas en los bolsillos.

Marino Gómez-Santos entregándole a Chaplin la carta de Edgar Neville en Le Corsier en febrero de 1964, fotografiados por Campúa


Marino Gómez-Santos entregándole a Chaplin la carta de Edgar Neville en Le Corsier en febrero de 1964, fotografiados por Campúa Marino Gómez-Santos entregándole a Chaplin la carta de Edgar Neville en Le Corsier en febrero de 1964, fotografiados por Campúa

Fue un breve encuentro que, sin duda, mereció la pena como aventura y como experiencia para los dos periodistas. Como el propio Gómez-Santos escribió: «No habíamos perdido el viaje, simplemente con haberle saludado y aún nos sorprendió su autorización para tomar fotografías». Posiblemente otra prueba de la brevedad de este intercambio es que no se conserva ningún cliché de Pepe Campúa retratándose con Chaplin. No hubo tiempo de hacer esa instantánea porque el genio del cine, simplemente, salió corriendo

Sanjurjo en el penal de El Dueso fotografiado clandestinamente por Campúa

En los primeros años de la carrera periodística de José Demaría Vázquez «Campúa» uno de los reportajes que terminó por consagrarle fue el tomado -al parecer de forma clandestina- al general Sanjurjo en el penal de El Dueso (Cantabria) en 1934. Ambos se conocían desde años antes, cuando coincidieron en las campañas de la Guerra de África que cubrió el fotógrafo y también porque el reportero había sido amigo del hijo del general, Justito Sanjurjo, ya que compartieron juntos estancia en Suiza en 1923.

Incendios durante la "Sanjurjada" en Sevilla en agosto de 1932 fotografiados por Pepe Campúa para como enviado  especial de Mundo Gráfico

Incendios durante la «Sanjurjada» en Sevilla en agosto de 1932 fotografiados por Pepe Campúa para como enviado especial de Mundo Gráfico

José Sanjurjo Sacanell (Pamplona, 1872 – Estoril, 1936) había sido un militar destacado en España durante la monarquía de Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera. Sin embargo, con la llegada de la Segunda República manifestó su oposición al nuevo régimen y, siendo director general de Carabineros y ex director general de la Guardia Civil, se sublevó en Sevilla el 10 de agosto de 1932. La rebelión, conocida como la «Sanjurjada» fue fotografiada por Pepe Campúa en Sevilla como enviado especial de Mundo Gráfico y Nuevo Mundo. Esta «jornada sediciosa», como la denominaron dichas publicaciones, tuvo como consecuencia la entrega de Sanjurjo ante Miguel Romero, guardia de seguridad de Huelva, su detención y su condena a muerte, aunque dicha sentencia le fue conmutada por la cadena perpetua.

A finales de agosto el líder de la revuelta fue encarcelado en el Penal de El Dueso y su caso siguió siendo de plena actualidad en los meses siguientes, fruto de lo cual se publicarían varios reportajes en Mundo Gráfico y Nuevo Mundo, firmados por Juan Ferragut, en los cuales se explicaba el modo de vida en la prisión, las habitaciones, el ambiente, el trabajo de los presos, con fotos de Campúa de otros presos, pero sin mostrar a Sanjurjo más que en un retrato de archivo. Ferragut consiguió incluso una entrevista con el general sublevado pero que se publicaría con un retrato de archivo. Más tarde Pepe Campúa retrataría a Sanjurjo en julio de 1933 cuando éste se presentó ante los tribunales en Madrid por la causa del levantamiento.

Sin embargo la fotografía que pasaría a la posteridad sería tomada por el joven reportero el último día de Sanjurjo en la cárcel cántabra, justo antes de que le trasladaran al Penal de Santa Catalina en Cádiz. Así contaba la anécdota el propio Pepe Campúa en el artículo “Campúa cuenta su vida” de Marino Gómez Santos, publicado en el diario Pueblo el 18 de junio de 1963:

«El general Sanjurjo había sido encarcelado en el penal del Dueso, donde estaba totalmente prohibido el paso a los periodistas. Y precisamente por eso el éxito era conseguir el reportaje gráfico. Campúa se lo propuso y una mañana llegó al Dueso con dos cámaras: una de cine y otra de fotografía.
Por consejo del administrador entré en el penal con la máquina de fotografía, porque la de cine abultaba mucho. El riesgo no sólo estaba en entrar en el penal, sino en poder salir victorioso. Este administrador, que estaba de acuerdo conmigo, me dijo: «veremos cómo nos arreglamos para que usted pueda salir».
Había que esperar pacientemente la hora propicia para hacer la fotografía del general Sanjurjo sin que el director del penal se enterase.
Lo mejor -le dijo el administrador del penal a Campúa- es que yo le facilite una celda vacía donde usted pase la noche. La mejor hora es la del amanecer, cuando los presos salen al patio y el director del penal no está aquí. Ese es su momento.
Campúa siguió las instrucciones del administrador del penal y así pudo retratar al general Sanjurjo, vestido de presidiario, rodeado de criminales.

Sanjurjo retratado por Campúa junto a sus compañeros de prisión en el penal de El Dueso (Cantabria) en enero de 1934

Sanjurjo retratado por Campúa junto a sus compañeros de prisión en el penal de El Dueso (Cantabria) en enero de 1934

– Cuando tuve hechas las fotografías metí el «almacén», o sea el estuche donde iban las placas, en la cesta de la comida del gneral Sanjurjo. Uno de sus ayudantes lo hizo llegar a mi padre, que lo mandó a revelar y lo cedió a La Nación para que se publicara.
En las tertulias de Madrid y en la calle no se habló de otra cosa en varios días. Mundo Gráfico dio también la fotografía del general Sanjurjo vestido de presidiario a doble página.
– Esta cuestión se llevó a las Cortes y a los pocos días fui citado por el fiscal de la República que me dijo: «No tengo más remedio que procesarle». Me reclamaron 500 pesetas de fianza para la libertad provisional, las pagó el periódico y este proceso quedó sobreseído con el tiempo.

Breve de La Vanguardia en el que se anuncia la llegada de Sanjurjo a la prisión de Santa Catalina y el barco en el que iban, entre otros, Campúa.

Breve de La Vanguardia en el que se anuncia la llegada de Sanjurjo a la prisión de Santa Catalina y el barco en el que iban, entre otros, José Demaría Vázquez «Campúa».

Al día siguiente Sanjurjo iba a ser trasladado al Castillo de Santa Catalina en Cádiz tras dieciséis meses en El Dueso. Varios familiares y amigos del militar le seguirían en dicho traslado y, junto a ellos, también Pepe Campúa para fotografiar su entrada en la prisión militar. Finalmente, por aplicación de la Ley de Amnistía, se daría la orden de libertad de José Sanjurjo que se trasladaría a vivir a la ciudad portuguesa de Estoril donde falleció en un accidente aeronáutico recién iniciada la Guerra Civil en 1936.

Homenajes a José L. Demaría López, «Campúa» padre

José Demaría López "Campúa" padre © Alfonso Sánchez García (Archivo Fotográfico Alfonso), VEGAP, Madrid, 2014

José Demaría López, «Campúa» padre
© Alfonso Sánchez García (Archivo Fotográfico Alfonso), VEGAP, Madrid, 2014

José Luís Demaría López, «Campúa» padre, fue pionero en el trabajo de reportero gráfico en España. Hombre polifacético, también fue impulsor de la industria del espectáculo tanto en el cine -dirigiendo salas, distribuyendo películas y materiales cinematográficos- como en el teatro, convirtiéndose en empresario de algunas de las compañías de mayor renombre en las décadas de los 20 y los 30.

Por este motivo, José Campúa fue objeto de numerosos homenajes a lo largo de la carrera, tanto del gremio periodístico como del mundo del espectáculo. El primero de estos agasajos del que existen referencias se celebró en octubre de 1909 con motivo de la cobertura que el fotógrafo había realizado en la Guerra de Marruecos. Así lo contaba el diario La Época en su edición del 4 de octubre de 1909, en el breve titulado «En honor de Campúa»:

Ayer fue obsequiado con un banquete íntimo, por sus compañeros de redacción y los empleados todos del popular semanario Nuevo Mundo, el redactor artístico del mismo Sr. Campúa, que tan brillante campaña acaba de realizar en Melilla. Se celebró la fiesta en el restaurant La Huerta. Al final del banquete que presideron el festejado y los Sres. Verdugo y Zavala, director y gerente respectivamente de Nuevo Mundo, se pronunciaron sentidos brindis de justo homenaje al talento y a las dotes excepcionales de actividad y valor que una vez más ha acreditado el señor Campúa. El popular fotógrafo vuelve otra vez a Melilla para continuar su campaña.

Años más tarde Torcuato Luca de Tena recordaría, en un pequeño artículo publicado en La Correspondencia de España el 14 de enero de 1915, hablando sobre Blanco y Negro y Nuevo Mundo, que esta última publicación gozaba de una situación favorable y excepcional que…

«…de nada le habría servido de no haber tenido la fortuna de contar entre sus redactores al fotógrafo Sr. Campúa que, uniendo a sus cualidades excelentes de artista aptitudes periodísticas verdaderamente extraordinarias, realizó la información fotográfica más sugestiva y más interesante que se ha hecho en España y que dudo haya logrado conseguir ningún periódico extranjero. Para nadie puede ser un secreto que, si Nuevo Mundo se veía en aquella época tan solicitado por el público era, en primer término, por las fotografías de Campúa».

Fotonoticia del banquete íntimo en honor a Campúa publicada en Mundo Gráfico el 4 de abril de 1917

Fotonoticia del banquete íntimo en honor a Campúa publicada en Mundo Gráfico el 4 de abril de 1917

El prestigio del reportero crecía y el reconocimiento se hizo mayor al recibir José Campúa la Cruz de Alfonso XII en marzo de 1917, a propuesta del Ministerio de Instrucción Pública. Aquella distinción se festejó con una comida íntima con los compañeros de Prensa Gráfica, pero en aquella cita decidieron que no era suficiente y que era necesario celebrar un banquete mayor y abierto al público. Éste tuvo lugar el jueves 12 de abril de 1917 en el Hotel Palace y las entradas, al precio de quince pesetas, se vendieron en el Círculo de Bellas Artes, el Ateneo, las librerías de Fernando Fe y San Martín y en el propio hotel. Gran parte de la prensa se hizo eco -desde La Época, La AcciónEl Imparcial… y , por supuesto, las publicaciones de la editorial Prensa Gráfica S.L. en la que trabajaba Campúa- y a la fiesta asistieron más de 200 personas, congregadas para homenajear al fotógrafo: «una pequeñísima parte de los admiradores y amigos de Campúa», según relataba el diario El Liberal.

Con Campúa se sentaron a la mesa presidencial Natalio Rivas, Francos Rodríguez, Mariano Benlliure, Virgilio Anguita, José Mª López Mezquita, Julio Romero de Torres, Francisco Verdugo, Mariano Zabala y Félix Lorenzo y Benedicto. Los discursos, al final del banquete, corrieron a cargo de los escritores Felipe Sassone y Federico García Sanchíz, y del secretario del Círculo de Bellas Artes, Mariano Carranceja . También dijeron unas palabras el subsecretario de Instrucción Pública, Natalio Rivas y Fabián Fernández.

Entre las noticias y crónicas publicadas sobre el evento destacan las de La Esfera y Nuevo Mundo, las revistas donde más había trabajado el fotógrafo. En la primera un artículo de Francisco Verdugo, fundador de Prensa Gráfica Española, elogiaba al periodista:

«Campúa rompió lo que podía ser roto y venció cuanto se oponía a su paso y merecía ser vencido. […] La curiosidad pública podía satisfacerse a su placer; las revistas ensanchaban su campo de acción y el nombre de Campúa lograba al mismo tiempo, en la noble profesión de periodista gráfico, una popularidad por nadie superada todavía»

Portada e interior del menú del banquete en honor a José Demaría López "Campúa". Los platos aparecían reseñados en francés al estilo de la época. Las crónicas mencionan que, además, se repartieron habanos por cortesía de Prensa Gráfica Española S.L.

Portada e interior del menú del banquete en honor a José Demaría López «Campúa». Los platos aparecían reseñados en francés al estilo de la época. Las crónicas mencionan que, además, se repartieron habanos por cortesía de Prensa Gráfica Española S.L.

La segunda crónica destacable,  firmada con las iniciales F.G.S. en Nuevo Mundo se tituló «Notas al dorso del menú», haciendo alusión al menú que encontraron los comensales en las mesas con un positivado original de Campúa pegado en cada uno de ellos y firmado por el fotógrafo, como recuerdo de la fiesta y los platos que se degustarían. Con pluma al dorso de ese menú escribía:

«Campúa es el cómplice de las grandezas españolas desde hace veinte años. Y, además, el innovador que dio al periodismo inquietudes y palpitaciones de modernidad. Todavía falta por añadir el merecimiento supremo, la huella de los dioses en el espíritu del triunfador. Nos referimos a su elevada categoría artística y a su genialidad».

Crónicas publicadas en Nuevo Mundo (a la izquierda) y La Esfera (a la derecha) sobre el homenaje a Campúa

Crónicas publicadas en Nuevo Mundo (a la izquierda) y La Esfera (a la derecha) sobre el homenaje a José Demaría López, Campúa padre

Pasarían casi tres décadas hasta que el periodista volviera a recibir un gran homenaje -aunque posiblemente en ese tiempo también fuera objeto de agasajos, pero no de tan gran repercusión. Sería en 1935 con motivo de su nombramiento como socio de honor de la Unión de Informadores Gráficos de Prensa (UIGP). Tal y como señalan Juan Miguel Sánchez Vigil y María Olivera en el libro Fotoperiodismo y república, «la UIGP tuvo especial relevancia al formar parte de la misma profesionales de diferentes ideologías vinculados a publicaciones del amplio espectro político, desde las más conservadoras hasta las anarquistas. Por otra parte consiguió representación ante las instituciones oficiales y fue lugar de encuentro y debate de sus problemas».  José Demaría Vázquez, «Campúa» hijo, acreditado por la Agencia Actualidades-Noticiario Cine, ocuparía unos meses más tarde el cargo de presidente de la UIGP hasta el estallido de la guerra civil.

Pero meses antes, el 20 de mayo de 1935 los reporteros, unidos, reconocían así al que fuera pionero y maestro en el manejo de la máquina fotográfica y el ministro de Trabajo, entonces Federico Salmón, le entregó a Campúa un pergamino con las firmas de todos sus compañeros.

La crónica del diario La Libertad relataba la crónica de la fiesta y cómo el presidente de la Asociación de la Prensa, don Alfonso R. Santa María…

«…hizo un cálido elogio de Campúa y de su labor periodística y puso de manifiesto la devoción de Campúa por el periodismo, del que no se ha apartado aún teniendo otros medios de vida«.

Campúa era entonces director de la revista mensual ilustrada Mundo Gráfico, cargo que ocupó hasta enero de 1936. Posiblemente nadie podía imaginar entonces que este amigo y profesional reconocido por todos, «hombre no político» -como se le ha definido posteriormente-, fallecería asesinado al año siguiente, tras ser detenido y llevado a la cheka de Fomento.

Fotonoticia publicada en la revista Crónica el 26 de mayo de 1935 dando cuenta del homenaje a Campúa y del posterior cocktail ofrecido por Perico Chicote

Fotonoticia publicada en la revista Crónica el 26 de mayo de 1935 dando cuenta del homenaje a Campúa y del posterior cocktail ofrecido por Perico Chicote

 

El Madrid de Campúa (X): La verbena de San Antonio

La verbena de San Antonio es una tradición con siglos de historia en Madrid y José Demaría Vázquez «Campúa», como testigo constante de la vida de la ciudad, también tuvo oportunidad de fotografiar su ambiente. Las mujeres ataviadas con el traje típico madrileño, las modistillas con mantones y claveles, los puestos ambulantes y las atracciones eran noticia en los diarios madrileños. La tradición lleva aún hoy en día a las mujeres solteras a la ermita de San Antonio el 13 de junio a depositar trece alfileres en la pila bautismal de la ermita -en una costumbre que se dice iniciaron las modistillas en el siglo XIX- e introducir la mano en ella. Al sacar la mano se comprueba el número de alfileres que se han clavado en la palma para saber cuántos novios se tendrán en los doce meses siguientes.

Junto a la tradición de los alfileres, se llevaban a cabo otras costumbres como la bendición de los panecillos o «Pan del Santo» y la verbena se llenaba en los días en torno al 13 de junio de diferentes puestos ambulantes que aprovechaban la afluencia de gente: barquilleros, fruteros, aguadores, buñoleros… El baile del chotis y la comida típica eran las señas de identidad de la verbena, cuya celebración se suspendió durante cinco años durante la Guerra Civil pero que continuó después y ha ido evolucionando. En la actualidad, por ejemplo, no son 13 alfileres los que se arrojan, sino que la pila bautismal está llena de ellos.

A continuación recogemos uno de los reportajes sobre esta tradición madrileña que Pepe Campúa realizó en 1952 para diario Informaciones. Según el recorte que se guarda en el propio archivo, sólo una de las imágenes fue publicada -la que retrata a unos vendedores de botijos agasajando a dos chulapas-, por tanto, el resto podrían ser inéditas a falta de encontrar otras referencias de hemeroteca.

Recorte de prensa de Informaciones sobre la verbena de San Antonio en 1952 ilusrado con una fotografía de Campúa

Fotonoticia en Informaciones sobre la verbena de San Antonio en 1952 ilustrada con una instantánea de Campúa. El recorte de prensa refleja el ambiente de la época: «el humo acre de los churros, el aristón antiguo de los ‘caballitos’, los pregones de flores y botijos: el buen tópico madrileño de la verbena se presentó anoche con toda puntualidad». El artículo hace alusión a la fotografía, refiriéndose a «los bonitos rostros de las madrileñas verbeneras que ha captado el fotógrafo»

El accidente aéreo de Ramón Franco y Pepe Campúa

Campúa en un avión (foto de fecha no identificada)

Campúa trabajando como reportero en un avión (foto de fecha no identificada)

Una de las vivencias que más marcaron a Pepe Campúa en los inicios de su carrera fue el accidente aeronáutico que sufrió en mayo de 1922 mientras realizaba la cobertura informativa de la guerra de Marruecos. El reportero quería fotografiar desde el aire la zona de las Alhucemas y tuvo la oportunidad de subir a un hidroavión pilotado por Ramón Franco -hermano de Francisco Franco-, pero surgieron dificultades. El propio fotógrafo recordaba así la anécdota en una entrevista concedida a Marino Gómez-Santos para el diario Pueblo en junio de 1963.

La historia es la siguiente: Estando yo en África se hacían unos vuelos con los pocos hidroaviones con que se contaba. En una de aquellas ocasiones, el glorioso aviador Ramón Franco fue tan amable que me invitó a acompañarle a un bombardeo que iba a hacer sobre Alhucemas. Junto a las costas de Villa Cisneros tuvimos una avería en el motor y caímos al mar. Gracias a que Ramón Franco era un as de la aviación no tuvimos un accidente serio, aunque sí pegamos un panzazo enorme. Se rajó el fuselaje, el agua empezó a entrar y gracias a Dios que estaba próximo el «Bustamante y el «Alfonso XIII», cuya tripulación nos puso a salvo. Además yo, con la afección de bronquios, nado como un martillo. Vamos, que en aquella ocasión me hubiera ahogado. Creo que fue el primer baño que me di en el mar en toda mi vida. Salvé la vida y salvé el material, que era lo importante; porque lo esperaban en el periódico.

No solo consiguió salvar el material, sino que después del accidente se subió a los mástiles del barco para realizar las fotografías de cómo los marineros subían el avión a la embarcación Alfonso XIII y tomar las siguientes imágenes que fueron publicadas por Mundo Gráfico el 17 de mayo de 1922.

Momento del salvamento del avión. El pie de foto original de Mundo Gráfico señalaba: El hidroavión pilotado por el capitán Franco y en el que iba nuestro querido compañero Campúa, que cayó al mar por efecto de una avería, siendo salvado por las tripulaciones del "Bustamante" y el "Alfonso XIII".

Momento del salvamento del avión. El pie de foto original de Mundo Gráfico señalaba: El hidroavión pilotado por el capitán Franco y en el que iba nuestro querido compañero Campúa, que cayó al mar por efecto de una avería, siendo salvado por las tripulaciones del «Bustamante» y el «Alfonso XIII».

Otra vista desde mayor altura del salvamento del avión accidentado. El pie de foto original señalaba:  El hidroavión en que volaban sobre el campo enemigo de Alhucemas a mil setecientos metros de altura, el capitán Franco y nuestro compañero Campúa, al ser recogido por el "Alfonso XIII" cuya tripulación acudió en el auxilio de los náufragos.

Otra vista desde mayor altura del salvamento del avión accidentado. El pie de foto original de Mundo Gráfico anotaba: El hidroavión en que volaban sobre el campo enemigo de Alhucemas a mil setecientos metros de altura, el capitán Franco y nuestro compañero Campúa, al ser recogido por el «Alfonso XIII» cuya tripulación acudió en el auxilio de los náufragos.

Fragmento de la página de Mundo Gráfico del 17 de mayo de 1922 en el que bajo el título "Interesantes notas de la campaña de Marruecos" se daba noticia, entre otros hechos, del accidente de Campúa y Ramón Franco.

Fragmento de la página de Mundo Gráfico del 17 de mayo de 1922 en el que bajo el título «Interesantes notas de la campaña de Marruecos» se daba noticia, entre otros hechos, del accidente de Campúa y Ramón Franco.

El 22 de marzo de 1955 Pepe Campúa también recordaría estos hechos en su conferencia «La Prensa Gráfica» pronunciada en el Club de Prensa «Jaime Balmes» de Madrid:

Desde Nador hasta Monte Arruit fui recorriendo aquel penoso camino de la reconquista de nuestro territorio y allí conocí al famoso comandante Franco cuyo nombre, casi en su adolescencia, sonaba ya por los adures amigos y por los enemigos con matices de leyenda. En aquella guerra fue mi propio padre quien me lanzó al oficio sin reservas. Cuando me vio llegar a la costa mojado, pero habiendo salvado la máquina, después de capotar en un hidroavión mandado por Ramón Franco, se le asomaron las lágrimas a los ojos. No sé de qué: de ver a su hijo a salvo, desde luego. Pero, además, creo que de ver a su discípulo realizar un servicio arriesgado, preocupándose de salvar lo que importaba: la información.

Aquella no era la primera vez que Pepe Campúa realizaba fotografías aéreas ya que semanas antes había ido junto al capitán Antonio Ferreiro, con el que voló sobre el campo del ejército marroquí y fotografió las costas de Nador y el buque Giralda en el mar, así como el bombardeo de varios poblados. Dichas fotografías se publicaron en la revista Nuevo Mundo el 12 de mayo de 1922. José Demaría Vázquez «Campúa» demostraba con estos reportajes su valentía y su profesionalidad como fotoperiodista con tan solo 22 años ya era capaz de utilizar cualquier medio -avión, coche, barco…- para conseguir la imagen de la noticia.

Nuevo Mundo le tenía como enviado especial y fue la publicación donde aparecieron las imágenes captadas en el vuelo con Ramón Franco con el siguiente pie de foto:

A consecuencia de un accidente sufrido en pleno vuelo sobre el territorio enemigo, el aeroplano pilotado por el capitán aviador Franco, y en el que se hallaba nuestro compañero Campúa, cayó en el mar a poca distancia del Peñón de Vélez. Esta circunstancia permitió a nuestro arriesgado camarada Campúa visitar el Peñón, de noche, aprovechando uno de los convoyes. He aquí una interesantísima fotografía obtenida desde el aeroplano, por Campúa, momentos antes del referido accidente.

Página de Nuevo Mundo en cuya parte superior aparece una de las fotografías tomadas antes del accidente.

Página de Nuevo Mundo en cuya parte superior aparece una de las fotografías tomadas antes del accidente y el reportaje obtenido en la «visita inesperada» al peñón de Vélez en La Gomera.

En la foto inferior Campúa retrataba a algunas de las autoridades militares de la zona, según el pie de foto:

La oficialidad que manda la guarnición del Peñón de Vélez de la Gomera, reunida en el subterráneo que le sirve de alojamiento, al amparo del bombardeo. En el grupo, los Sres. Esparza del Tercio; Ferrer de Artillería; Andreu, teniente de Alcántara; Armada, capitán de artillería; Guerra, capitán de Policía Indígena y los marinos que hacen el convoy, Sres. Aldecoa y Pérez Izquierdo. El último a la derecha, el capitán de aviación Sr. Franco, uno de nuestros más brillantes pilotos militares y a cuya pericia se debió el resultado de esta expedición hecha por nuestro enviado Campúa.

Ramón Franco fotografiado por Pepe Campúa

Ramón Franco fotografiado por Pepe Campúa en La Gomera en 1922

Ramón Franco Bahamonde recibió en 1924 la Medalla Militar por sus actuaciones en la Guerra del Rif. El aviador se consagró en 1926 al ser el primero en cruzar en avión el Atlántico con el vuelo del Plus Ultra desde Palos de la Frontera hasta Buenos Aires. Una siguiente expedición de Ramón Franco -esta vez a Nueva York- fracasó al estrellarse en aguas portuguesas. En 1930 se sublevó contra la monarquía en el aeródromo militar de Cuatro Vientos, desde donde despegó para arrojar proclamas revolucionarias amenazando bombardear el Palacio Real. Se exilió volando hasta Lisboa y su trayectoria dio numerosos vuelcos tanto personales como ideológicos.  Años más tarde otro accidente aeronáutico -que se dice pudo ser a causa de un sabotaje- acabaría con la vida del piloto cerca de Formentor, en la isla de Mallorca. Su figura estuvo envuelta de polémica y misterio, con sucesivos cambios de bando que han sido objeto de estudios y publicaciones.

Juan Carlos de Borbón ante el objetivo de Campúa

José Demaría Vázquez «Campúa» heredó de su padre el papel tácito de fotógrafo oficial de la Casa Real desde los inicios de su carrera, captando con su cámara los principales momentos de la vida de Alfonso XIII, su familia y sus descendientes. En el desarrollo de esa labor tuvo un buen número de oportunidades para retratar al príncipe Juan Carlos de Borbón desde que nació hasta 1975, con el fallecimiento del propio Campúa.

José Demaría Vázquez "Campúa" fue el único fotógrafo que retrató a Juan Carlos a su llegada a la escuela de Las Jarillas, cuando pisaba por primera vez España

José Demaría Vázquez «Campúa» fue el único fotógrafo que retrató a Juan Carlos a su llegada a la escuela de Las Jarillas, cuando pisaba por primera vez España

En este blog ya habíamos recogido algunas de las instantáneas que el fotógrafo le hizo durante su infancia. Pepe Campúa retrató al futuro rey poco después de nacer, cuando el fotógrafo obtuvo un permiso especial para asistir en Roma al bautizo del hijo de Juan de Borbón. Campúa le retrataría también en Estoril en varias ocasiones, en los días antes de su primera comunión, jugando con sus hermanos, montando a caballo y bañándose en la playa.

También le retrató junto a su abuela la reina Victoria Eugenia y, años más tarde, asistió a su boda en Grecia así como al bautizo de su hijo Felipe de Borbón, entre otros acontecimientos. Campúa y Juan Carlos coincidieron a menudo en las cacerías organizadas por el dictador Francisco Franco en El Pardo y también en numerosos actos públicos y recepciones.

Pepe Campúa saluda al entonces príncipe Juan Carlos de Borbón durante una cacería en El Pardo en 1969.

Pepe Campúa saluda al entonces príncipe Juan Carlos de Borbón durante una cacería en El Pardo el 16 de febrero de 1969.

Ampliamos aquí la selección de imágenes de  Juan Carlos ante el objetivo de Campúa con algunos de los momentos más destacados en los que coincidieron el monarca y el fotógrafo.