Charles Chaplin ante la cámara de Campúa

En febrero de 1964 el diario Pueblo encargó a Marino Gómez-Santos un reportaje biográfico que se publicaría en varias entregas sobre la vida de la reina Victoria Eugenia de Battenberg. Para elaborarlo el periodista se trasladó a Lausana para entrevistar a la viuda de Alfonso XIII y pidió que le acompañara José Demaría Vázquez «Campúa», que le parecía el fotógrafo más idóneo para aquella ocasión por su trayectoria y su vinculación a la casa real.

Marino Gómez-Santos frente a Le Corsier, la residencia de Charles Chaplin en febrero de 1964

Marino Gómez-Santos frente a Le Corsier, la residencia de Charles Chaplin en febrero de 1964, fotografiado por Campúa

Una vez que cumplieron su misión y realizaron la entrevista y la sesión de fotos a Victoria Eugenia, continuaron con su viaje y decidieron trasladarse a Vevey donde tenía su residencia el gran actor de cine, ya retirado, Charles Chaplin. El encargo era en esa ocasión entregarle a Charlot una carta de Edgar Neville que llevaba Gómez-Santos e intentar hacerle una entrevista. El propio Marino Gómez-Santos relataría aquella aventura años más tarde en el diario ABC en un reportaje publicado el 9 de junio de 1968:

Resulta emocionante aquella decisión de ir a Vevey en busca de «Charlot». El automóvil avanzaba por la autopista en una tarde de lluvia y José Campúa que nos acompañaba volvía a sentirse joven en este ambiente palpitante del reportaje en el que hizo sus primeras fotografías.
[…]
Al llegar a Vevey la lluvia había cesado y empezaba a salir el sol. Nos adentramos en la zona residencial en busca de la finca de Chaplin, de la cual sabíamos únicamente que se llamaba «Le Corsier».

Por aquel entonces Gómez-Santos tenía poco más de 30 años, aunque ya llevaba a la espalda un importante recorrido como periodista. Pepe Campúa, sin embargo, tenía ya 63 años de edad y su salud y su agilidad no eran las mismas de antaño. Sin embargo se lanzaron a buscar la finca, la encontraron y decidieron entrar, tal y como prosigue el relato publicado en ABC:

Naturalmente, nosotros no teníamos cita con Chaplin. Ni podíamos ocultar las pocas probabilidades que teníamos de verle porque ya es sabido que, como Picasso, no quiere ver apenas a los viejos amigos y de ninguna manera acepta solicitudes de desconocidos. Ya estábamos en Le Corsier. Al traspasar la puerta de hierro que estaba abierta de par en par pudimos ver a la izquierda unas cocheras y caballerizas […]
-Aquí parece que no hay nadie- dijo Campúa.
-Alguien habrá cuando está aquel automóvil aparcado cerca de la puerta. Tú prepara las cámaras. […]
Echó a la espalda las cámaras fotográficas para no infundir demasiadas sospechas y comenzamos a caminar por el sendero de arena hacia la casa.
¡En menudo lío me has metido! ¡Mira que yo ya no estoy para correr! […]

Pocas veces en su carrera -y especialmente en aquella última época- había tenido Pepe Campúa que hacer labores tan parecidas a lo que hoy conocemos como un paparazzi puesto que sus fotografías del mundo del espectáculo habitualmente eran retratos de estudio o reportajes en ruedas de prensa, entrevistas y presentaciones.

Pero así fue como los dos periodistas abrieron la valla y se adentraron en la finca de Le Corsier:..

A los quince o veinte pasos salió el mismo Charles Chaplin en persona detrás de unos abetos, como puede salir una perdiz. Vestía un abrigo de cachemire color crema, una camisa blanca, sin corbata y trataba de disimular su fisonomía con un sombrero y unas gafas de cristales oscuros. […] Nos indicó que si teníamos algún recado lo dejásemos allí en la casa, en su secretaría. Después estuvo indeciso, porque dio dos o tres pasos hacia atrás, sin atreverse a romper la barrera que hacíamos en medio del camino. Y empezó la conversación.
-¿Qué quieren ustedes?- preguntó Chaplin.
-Venimos a verle. Somos españoles.
¿Periodistas?
Por supuesto…
-Pues llamen mañana a mi secretaria por teléfono, ahora voy a dar un paseo a pie porque me duele la cabeza.
Posiblemente fuese cierto, pero también podía ser una fórmula rápida para desentenderse de nosotros de manera que no dudamos en desplegar todos nuestros recursos de urgencia.
-Edgar Neville y Tono me han hablado mucho de usted.
-¡Ah, sí, Neville y Tono!… ¿Sigue Neville tan gordo? Hace algunos años nos vimos en Londres… Casi no le reconocí, cuando fue a Hollywood era joven y deportista.
Parecía que la conversación iba a tomar una cierta temperatura cordial con el recuerdo de aquellos dos españoles que había conocido en los verdes años de su juventud. Pero aquella sensación duró solo un instante. La sonrisa de Chaplin fue como un relámpago, porque se pasó la mano por la frente, contrariado quizá por la nostalgia. Luego salió corriendo con las manos hundidas en los bolsillos.

Marino Gómez-Santos entregándole a Chaplin la carta de Edgar Neville en Le Corsier en febrero de 1964, fotografiados por Campúa


Marino Gómez-Santos entregándole a Chaplin la carta de Edgar Neville en Le Corsier en febrero de 1964, fotografiados por Campúa Marino Gómez-Santos entregándole a Chaplin la carta de Edgar Neville en Le Corsier en febrero de 1964, fotografiados por Campúa

Fue un breve encuentro que, sin duda, mereció la pena como aventura y como experiencia para los dos periodistas. Como el propio Gómez-Santos escribió: «No habíamos perdido el viaje, simplemente con haberle saludado y aún nos sorprendió su autorización para tomar fotografías». Posiblemente otra prueba de la brevedad de este intercambio es que no se conserva ningún cliché de Pepe Campúa retratándose con Chaplin. No hubo tiempo de hacer esa instantánea porque el genio del cine, simplemente, salió corriendo

La estancia en Suiza de Pepe Campúa

Cuando José Demaría Vázquez «Campúa» estaba en la veintena, su salud era muy frágil. Extremadamente delgado y con tendencia a padecer problemas pulmonares -a lo largo de su vida sufrió una treintena de pulmonías-, los viajes y las condiciones extremas en los que realizó algunos de sus primeros reportajes, se hacían sentir en su estado físico. Tal y como escribe el periodista Marino Gómez-Santos en una entrevista con el fotógrafo publicada en Diario Pueblo el 19 de junio de 1963 al recordar el viaje a Las Hurdes que realizó en junio de 1922:

El viaje a Las Hurdes, acompañando a don Alfonso XIII y su séquito, pudo costarle la vida a José Campúa, porque por aquellas fechas ya había padecido dos pulmonías de las que había salido con dificultad. […] La fatiga de aquella expedición con jornadas larguísimas a caballo, bajo el sol abrasante de Extremadura, le dejó extenuado. Entonces se fue a un sanatorio en Suiza, donde estuvo un año y medio.

Justo antes, además, había estado en la guerra de Marruecos y, paralelamente, había trabajado de forma intensa como reportero en Madrid. «Pajarito», como le llamaba Alfonso XIII, no llegaba entonces apenas a los 40 kilos de peso y necesitó una cura de reposo.

«Mi padre hizo el hombre un sacrificio. A los tres o cuatro meses llegó Justito Sanjurjo -hijo del general-, que en una de sus escapadas a Madrid compró un décimo de lotería y nos tocaron 750.000 pesetas».

De aquella época se conserva este retrato que Pepe Campúa se hizo en la ciudad de Davos junto a una patinadora y que fue publicado en la revista Mundo Gráfico el 21 de febrero de 1923.

El pie original de la foto, publicada en Mundo Gráfico, señalaba: "Nuestro compañero Pepe Campúa, patinando sobre la nieve en Davos con una linda deportista"

El pie original de la foto, publicada en Mundo Gráfico, señalaba: «Nuestro compañero Pepe Campúa, patinando sobre la nieve en Davos con una linda deportista»

En esa revista también se publicó un amplio reportaje sobre los deportes de invierno, que el fotógrafo realizó durante su estancia en Suiza ya que, pese a estar recuperándose, siguió trabajando como periodista enviando colaboraciones ocasionales desde dicho país tanto a Mundo Gráfico como a La Esfera y a Nuevo Mundo.

En la galería siguiente recogemos, con sus pies originales, las imágenes del reportaje publicado por Mundo Gráfico aquel 21 de febrero de 1923:

Analizando las fotografías e informaciones publicadas en la prensa gráfica de la época parece, sin embargo, que la estancia de Pepe Campúa en Suiza no fue tan larga como relataba la crónica de Marino Gómez-Santos. De hecho, en Mundo Gráfico el 27 de junio de 1923 -cuatro meses después de las fotografías anteriores- se daba noticia de su recuperación y regreso a Madrid en la sección «Retratos de la semana».

Noticia de la recuperación de la salud de Pepe Campúa y su vuelta a Madrid, publicada en Mundo Gráfico el 27 de junio de 1923

Noticia de la recuperación de la salud de Pepe Campúa y su vuelta a Madrid, publicada con una fotografía de Cortés en Mundo Gráfico el 27 de junio de 1923. El pie original da la noticia:
«PEPITO CAMPÚA. Hijo de nuestro director, colaborador gráfico de Prensa Gráfica, que ha regresado de Suiza repuesto totalmente de su dolencia y que de nuevo embellecerá las páginas de estas publicaciones con sus interesantísimos trabajos fotográficos.