Sanjurjo en el penal de El Dueso fotografiado clandestinamente por Campúa

En los primeros años de la carrera periodística de José Demaría Vázquez «Campúa» uno de los reportajes que terminó por consagrarle fue el tomado -al parecer de forma clandestina- al general Sanjurjo en el penal de El Dueso (Cantabria) en 1934. Ambos se conocían desde años antes, cuando coincidieron en las campañas de la Guerra de África que cubrió el fotógrafo y también porque el reportero había sido amigo del hijo del general, Justito Sanjurjo, ya que compartieron juntos estancia en Suiza en 1923.

Incendios durante la "Sanjurjada" en Sevilla en agosto de 1932 fotografiados por Pepe Campúa para como enviado  especial de Mundo Gráfico

Incendios durante la «Sanjurjada» en Sevilla en agosto de 1932 fotografiados por Pepe Campúa para como enviado especial de Mundo Gráfico

José Sanjurjo Sacanell (Pamplona, 1872 – Estoril, 1936) había sido un militar destacado en España durante la monarquía de Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera. Sin embargo, con la llegada de la Segunda República manifestó su oposición al nuevo régimen y, siendo director general de Carabineros y ex director general de la Guardia Civil, se sublevó en Sevilla el 10 de agosto de 1932. La rebelión, conocida como la «Sanjurjada» fue fotografiada por Pepe Campúa en Sevilla como enviado especial de Mundo Gráfico y Nuevo Mundo. Esta «jornada sediciosa», como la denominaron dichas publicaciones, tuvo como consecuencia la entrega de Sanjurjo ante Miguel Romero, guardia de seguridad de Huelva, su detención y su condena a muerte, aunque dicha sentencia le fue conmutada por la cadena perpetua.

A finales de agosto el líder de la revuelta fue encarcelado en el Penal de El Dueso y su caso siguió siendo de plena actualidad en los meses siguientes, fruto de lo cual se publicarían varios reportajes en Mundo Gráfico y Nuevo Mundo, firmados por Juan Ferragut, en los cuales se explicaba el modo de vida en la prisión, las habitaciones, el ambiente, el trabajo de los presos, con fotos de Campúa de otros presos, pero sin mostrar a Sanjurjo más que en un retrato de archivo. Ferragut consiguió incluso una entrevista con el general sublevado pero que se publicaría con un retrato de archivo. Más tarde Pepe Campúa retrataría a Sanjurjo en julio de 1933 cuando éste se presentó ante los tribunales en Madrid por la causa del levantamiento.

Sin embargo la fotografía que pasaría a la posteridad sería tomada por el joven reportero el último día de Sanjurjo en la cárcel cántabra, justo antes de que le trasladaran al Penal de Santa Catalina en Cádiz. Así contaba la anécdota el propio Pepe Campúa en el artículo “Campúa cuenta su vida” de Marino Gómez Santos, publicado en el diario Pueblo el 18 de junio de 1963:

«El general Sanjurjo había sido encarcelado en el penal del Dueso, donde estaba totalmente prohibido el paso a los periodistas. Y precisamente por eso el éxito era conseguir el reportaje gráfico. Campúa se lo propuso y una mañana llegó al Dueso con dos cámaras: una de cine y otra de fotografía.
Por consejo del administrador entré en el penal con la máquina de fotografía, porque la de cine abultaba mucho. El riesgo no sólo estaba en entrar en el penal, sino en poder salir victorioso. Este administrador, que estaba de acuerdo conmigo, me dijo: «veremos cómo nos arreglamos para que usted pueda salir».
Había que esperar pacientemente la hora propicia para hacer la fotografía del general Sanjurjo sin que el director del penal se enterase.
Lo mejor -le dijo el administrador del penal a Campúa- es que yo le facilite una celda vacía donde usted pase la noche. La mejor hora es la del amanecer, cuando los presos salen al patio y el director del penal no está aquí. Ese es su momento.
Campúa siguió las instrucciones del administrador del penal y así pudo retratar al general Sanjurjo, vestido de presidiario, rodeado de criminales.

Sanjurjo retratado por Campúa junto a sus compañeros de prisión en el penal de El Dueso (Cantabria) en enero de 1934

Sanjurjo retratado por Campúa junto a sus compañeros de prisión en el penal de El Dueso (Cantabria) en enero de 1934

– Cuando tuve hechas las fotografías metí el «almacén», o sea el estuche donde iban las placas, en la cesta de la comida del gneral Sanjurjo. Uno de sus ayudantes lo hizo llegar a mi padre, que lo mandó a revelar y lo cedió a La Nación para que se publicara.
En las tertulias de Madrid y en la calle no se habló de otra cosa en varios días. Mundo Gráfico dio también la fotografía del general Sanjurjo vestido de presidiario a doble página.
– Esta cuestión se llevó a las Cortes y a los pocos días fui citado por el fiscal de la República que me dijo: «No tengo más remedio que procesarle». Me reclamaron 500 pesetas de fianza para la libertad provisional, las pagó el periódico y este proceso quedó sobreseído con el tiempo.

Breve de La Vanguardia en el que se anuncia la llegada de Sanjurjo a la prisión de Santa Catalina y el barco en el que iban, entre otros, Campúa.

Breve de La Vanguardia en el que se anuncia la llegada de Sanjurjo a la prisión de Santa Catalina y el barco en el que iban, entre otros, José Demaría Vázquez «Campúa».

Al día siguiente Sanjurjo iba a ser trasladado al Castillo de Santa Catalina en Cádiz tras dieciséis meses en El Dueso. Varios familiares y amigos del militar le seguirían en dicho traslado y, junto a ellos, también Pepe Campúa para fotografiar su entrada en la prisión militar. Finalmente, por aplicación de la Ley de Amnistía, se daría la orden de libertad de José Sanjurjo que se trasladaría a vivir a la ciudad portuguesa de Estoril donde falleció en un accidente aeronáutico recién iniciada la Guerra Civil en 1936.

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