Cuarenta años sin Campúa

José Demaría Vázquez "Campúa" en su estudio en los años 40

José Demaría Vázquez «Campúa» en su estudio en los años 40

El 28 de febrero de 1975 falleció José Demaría Vázquez, conocido como Pepe Campúa. Se cumplen, por tanto, ahora cuatro décadas de su muerte. Un tiempo en el que tanto España como la fotografía han cambiado enormemente. Su obra, relegada durante décadas, recobra ahora el interés y vuelve a ver a luz en una época en la que la imagen fotográfica está siendo cada vez más valorada y recuperada.

Campúa fue uno de los principales fotógrafos españoles del siglo XX, además de empresario teatral y cinematográfico. Se ha afirmado en ocasiones que nació en Jerez de la Frontera, al igual que su padre el también fotógrafo José L. Demaría López «Campúa», sin embargo los documentos oficiales señalan que nació el 18 de septiembre de 1900 en Madrid, en la calle San Hermenegildo, para luego posiblemente ser inscrito en Jerez y conservar la tradición familiar.

Se forma en el liceo francés y obtiene el título de bachillerato, tras el cual comienza a desarrollar su vocación por la fotografía y el periodismo -en contra de la voluntad de su padre que quería que estudiara ingeniería- y con 19 años se independiza y crea la «Agencia Express». En aquella época también se siente atraído por las artes plásticas y frecuenta el estudio de Joaquín Sorolla donde realiza sesiones fotográficas a modelos y actrices.

Alfonso XIII firmó para Pepe Campúa un retrato de ambos durante su visita a Las Hurdes en 1922

Alfonso XIII firmó para Pepe Campúa un retrato de ambos durante su visita a Las Hurdes en 1922

Empieza a colaborar en diversos medios como El Fígaro, Mundo Gráfico y La Esfera, entre otros. Realiza dos viajes como periodista para cubrir las Guerras de Marruecos en 1921 y 1922. A su regreso de África alcanzó gran prestigio cuando en 1922 fue el único reportero gráfico que, elegido por sorteo, acompañó a Alfonso XIII en su viaje a Las Hurdes. En esos años estuvo considerado entre los mejores reporteros gráficos españoles junto a Alfonso Sánchez PortelaJosé María Díaz Casariego y Luis Ramón Marín que estuvieron trabajando en equipo en la publicación Mundo Gráfico que dirigió su padre hasta poco antes de su asesinato en 1936. Fotografió frecuentemente las actividades de la Casa Real y también de los gobernantes en el periodo de la II República, cubrió acontecimientos de actualidad como los sucesos de Casas Viejas o la Revolución de Asturias no sólo con su cámara fotográfica sino también con la de película.

Además de trabajar como reportero, desarrolló su actividad como empresario cinematográfico, primero en la gestión del cine Royalty y luego poniendo en marcha el cine Actualidades, donde proyectaba sus propios reportajes y noticias. En 1935 inaugura el cine Madrid-París en la antigua sede de los almacenes del mismo nombre en la Gran Vía madrileña.

Campúa durante la guerra civil en una imagen tomada probablemente en Gernika

Campúa durante la guerra civil en una imagen tomada probablemente en Gernika

En junio de 1936 constituye la Unión de Informadores Gráficos y ocupa el cargo de presidente. Con el estallido de la Guerra Civil y tras el asesinato de su padre en septiembre de 1936 se refugia en la Embajada Argentina y, desde allí, a través de Alicante sale de España en la embarcación Tucumán hasta las costas de Marsella. Desde allí entra a la zona Nacional y comienza a trabajar desde San Sebastián cubriendo el conflicto bélico tanto en el frente como en la retaguardia. Durante la guerra también obtiene un permiso para ir a Roma en 1938 para cubrir como fotógrafo el bautizo de Juan Carlos ISin embargo junto a otros fotógrafos permitidos por el franquismo colaboró en la revista Fotos fundada en 1937 por Manuel Fernández Cuesta y que se estuvo editando hasta 1963 con una alta calidad técnica.

Autorretrato de Campúa, tomado en los años 40 y registrado con el nº 13 en su archivo

Autorretrato de Campúa, tomado en los años 40 y registrado con el nº 13 en su archivo

Acabada la contienda retoma con intensidad su actividad de empresario teatral y de cine, terreno en el que ayudará a iniciar la carrera de reconocidos artistas del espectáculo, pero sin abandonar la labor de fotógrafo tanto de estudio como periodístico. Por su estudio -que primero estuvo ubicado en la Avenida de José Antonio (actual Gran vía) entre 1941 y 1948 y luego en la calle Bárbara de Braganza desde 1949 hasta su muerte- pasaron multitud de personajes de la sociedad, las artes y la política para tener un retrato de Campúa. Entre 1941 y 1947 trabajó en dicho estudio el fotógrafo húngaro Gyenes hasta que éste último montó su propio estudio.

En 1940 y 1941 trabajó para la Casa del Generalísimo como encargado de la programación de cine del Palacio de El Pardo. En 1942 fue acusado de haber pertenecido a una logia masónica durante finales de los años 20 y principios de los 30. Fue condenado por ello el 7 de julio de 1942 y pasó algo más de tres meses en la Cárcel de Porlier hasta que el 19 de octubre le conmutaron la pena por la de inhabilitación y reclusión menor.

Crea la Agencia Gráfica Campua, que colaborará con La Vanguardia, el ABC¡Hola! y otras publicaciones nacionales como extranjeras. Era considerado el fotógrafo habitual de Franco y de la Casa Real española.

En 1925 se casó con Esther Piñerúa Fernández del Nogal. Con ella tuvo una única hija, Esther Demaría Piñerúa, que no continuó con la tradición familiar, por lo que al fallecer Pepe Campúa el estudio, que en aquella época se encontraba en la madrileña calle de Bárbara de Braganza, se cerró. Su archivo y sus materiales fotográficos fueron guardados y no pudieron ser sacados a la luz hasta décadas despúes.

Campúa fotografiado por J.M. García en 1967 durante una entrevista con Televisión Española

Campúa fotografiado por J.M. García en 1967 durante una entrevista con Televisión Española

Desde 2006 una calle en Jerez lleva su nombre a propuesta de la asociación cultural jerezana Cine-Club Popular de Jerez. En 2010, la figura de Campúa es recuperada, junto con la de otros tres fotógrafos (Alfonso Sánchez PortelaJosé María Díaz-Casariego y Luis Ramón Marín) en el documental «Héroes sin armas«, dirigido por Ana Pérez de la Fuente y Marta Arribas y promovido por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. En él se relata el trabajo que realizaron estos tres fotógrafos durante la Guerra Civil española y, especialmente, en el Frente de Madrid.

Charles Chaplin ante la cámara de Campúa

En febrero de 1964 el diario Pueblo encargó a Marino Gómez-Santos un reportaje biográfico que se publicaría en varias entregas sobre la vida de la reina Victoria Eugenia de Battenberg. Para elaborarlo el periodista se trasladó a Lausana para entrevistar a la viuda de Alfonso XIII y pidió que le acompañara José Demaría Vázquez «Campúa», que le parecía el fotógrafo más idóneo para aquella ocasión por su trayectoria y su vinculación a la casa real.

Marino Gómez-Santos frente a Le Corsier, la residencia de Charles Chaplin en febrero de 1964

Marino Gómez-Santos frente a Le Corsier, la residencia de Charles Chaplin en febrero de 1964, fotografiado por Campúa

Una vez que cumplieron su misión y realizaron la entrevista y la sesión de fotos a Victoria Eugenia, continuaron con su viaje y decidieron trasladarse a Vevey donde tenía su residencia el gran actor de cine, ya retirado, Charles Chaplin. El encargo era en esa ocasión entregarle a Charlot una carta de Edgar Neville que llevaba Gómez-Santos e intentar hacerle una entrevista. El propio Marino Gómez-Santos relataría aquella aventura años más tarde en el diario ABC en un reportaje publicado el 9 de junio de 1968:

Resulta emocionante aquella decisión de ir a Vevey en busca de «Charlot». El automóvil avanzaba por la autopista en una tarde de lluvia y José Campúa que nos acompañaba volvía a sentirse joven en este ambiente palpitante del reportaje en el que hizo sus primeras fotografías.
[…]
Al llegar a Vevey la lluvia había cesado y empezaba a salir el sol. Nos adentramos en la zona residencial en busca de la finca de Chaplin, de la cual sabíamos únicamente que se llamaba «Le Corsier».

Por aquel entonces Gómez-Santos tenía poco más de 30 años, aunque ya llevaba a la espalda un importante recorrido como periodista. Pepe Campúa, sin embargo, tenía ya 63 años de edad y su salud y su agilidad no eran las mismas de antaño. Sin embargo se lanzaron a buscar la finca, la encontraron y decidieron entrar, tal y como prosigue el relato publicado en ABC:

Naturalmente, nosotros no teníamos cita con Chaplin. Ni podíamos ocultar las pocas probabilidades que teníamos de verle porque ya es sabido que, como Picasso, no quiere ver apenas a los viejos amigos y de ninguna manera acepta solicitudes de desconocidos. Ya estábamos en Le Corsier. Al traspasar la puerta de hierro que estaba abierta de par en par pudimos ver a la izquierda unas cocheras y caballerizas […]
-Aquí parece que no hay nadie- dijo Campúa.
-Alguien habrá cuando está aquel automóvil aparcado cerca de la puerta. Tú prepara las cámaras. […]
Echó a la espalda las cámaras fotográficas para no infundir demasiadas sospechas y comenzamos a caminar por el sendero de arena hacia la casa.
¡En menudo lío me has metido! ¡Mira que yo ya no estoy para correr! […]

Pocas veces en su carrera -y especialmente en aquella última época- había tenido Pepe Campúa que hacer labores tan parecidas a lo que hoy conocemos como un paparazzi puesto que sus fotografías del mundo del espectáculo habitualmente eran retratos de estudio o reportajes en ruedas de prensa, entrevistas y presentaciones.

Pero así fue como los dos periodistas abrieron la valla y se adentraron en la finca de Le Corsier:..

A los quince o veinte pasos salió el mismo Charles Chaplin en persona detrás de unos abetos, como puede salir una perdiz. Vestía un abrigo de cachemire color crema, una camisa blanca, sin corbata y trataba de disimular su fisonomía con un sombrero y unas gafas de cristales oscuros. […] Nos indicó que si teníamos algún recado lo dejásemos allí en la casa, en su secretaría. Después estuvo indeciso, porque dio dos o tres pasos hacia atrás, sin atreverse a romper la barrera que hacíamos en medio del camino. Y empezó la conversación.
-¿Qué quieren ustedes?- preguntó Chaplin.
-Venimos a verle. Somos españoles.
¿Periodistas?
Por supuesto…
-Pues llamen mañana a mi secretaria por teléfono, ahora voy a dar un paseo a pie porque me duele la cabeza.
Posiblemente fuese cierto, pero también podía ser una fórmula rápida para desentenderse de nosotros de manera que no dudamos en desplegar todos nuestros recursos de urgencia.
-Edgar Neville y Tono me han hablado mucho de usted.
-¡Ah, sí, Neville y Tono!… ¿Sigue Neville tan gordo? Hace algunos años nos vimos en Londres… Casi no le reconocí, cuando fue a Hollywood era joven y deportista.
Parecía que la conversación iba a tomar una cierta temperatura cordial con el recuerdo de aquellos dos españoles que había conocido en los verdes años de su juventud. Pero aquella sensación duró solo un instante. La sonrisa de Chaplin fue como un relámpago, porque se pasó la mano por la frente, contrariado quizá por la nostalgia. Luego salió corriendo con las manos hundidas en los bolsillos.

Marino Gómez-Santos entregándole a Chaplin la carta de Edgar Neville en Le Corsier en febrero de 1964, fotografiados por Campúa


Marino Gómez-Santos entregándole a Chaplin la carta de Edgar Neville en Le Corsier en febrero de 1964, fotografiados por Campúa Marino Gómez-Santos entregándole a Chaplin la carta de Edgar Neville en Le Corsier en febrero de 1964, fotografiados por Campúa

Fue un breve encuentro que, sin duda, mereció la pena como aventura y como experiencia para los dos periodistas. Como el propio Gómez-Santos escribió: «No habíamos perdido el viaje, simplemente con haberle saludado y aún nos sorprendió su autorización para tomar fotografías». Posiblemente otra prueba de la brevedad de este intercambio es que no se conserva ningún cliché de Pepe Campúa retratándose con Chaplin. No hubo tiempo de hacer esa instantánea porque el genio del cine, simplemente, salió corriendo

El accidente aéreo de Ramón Franco y Pepe Campúa

Campúa en un avión (foto de fecha no identificada)

Campúa trabajando como reportero en un avión (foto de fecha no identificada)

Una de las vivencias que más marcaron a Pepe Campúa en los inicios de su carrera fue el accidente aeronáutico que sufrió en mayo de 1922 mientras realizaba la cobertura informativa de la guerra de Marruecos. El reportero quería fotografiar desde el aire la zona de las Alhucemas y tuvo la oportunidad de subir a un hidroavión pilotado por Ramón Franco -hermano de Francisco Franco-, pero surgieron dificultades. El propio fotógrafo recordaba así la anécdota en una entrevista concedida a Marino Gómez-Santos para el diario Pueblo en junio de 1963.

La historia es la siguiente: Estando yo en África se hacían unos vuelos con los pocos hidroaviones con que se contaba. En una de aquellas ocasiones, el glorioso aviador Ramón Franco fue tan amable que me invitó a acompañarle a un bombardeo que iba a hacer sobre Alhucemas. Junto a las costas de Villa Cisneros tuvimos una avería en el motor y caímos al mar. Gracias a que Ramón Franco era un as de la aviación no tuvimos un accidente serio, aunque sí pegamos un panzazo enorme. Se rajó el fuselaje, el agua empezó a entrar y gracias a Dios que estaba próximo el «Bustamante y el «Alfonso XIII», cuya tripulación nos puso a salvo. Además yo, con la afección de bronquios, nado como un martillo. Vamos, que en aquella ocasión me hubiera ahogado. Creo que fue el primer baño que me di en el mar en toda mi vida. Salvé la vida y salvé el material, que era lo importante; porque lo esperaban en el periódico.

No solo consiguió salvar el material, sino que después del accidente se subió a los mástiles del barco para realizar las fotografías de cómo los marineros subían el avión a la embarcación Alfonso XIII y tomar las siguientes imágenes que fueron publicadas por Mundo Gráfico el 17 de mayo de 1922.

Momento del salvamento del avión. El pie de foto original de Mundo Gráfico señalaba: El hidroavión pilotado por el capitán Franco y en el que iba nuestro querido compañero Campúa, que cayó al mar por efecto de una avería, siendo salvado por las tripulaciones del "Bustamante" y el "Alfonso XIII".

Momento del salvamento del avión. El pie de foto original de Mundo Gráfico señalaba: El hidroavión pilotado por el capitán Franco y en el que iba nuestro querido compañero Campúa, que cayó al mar por efecto de una avería, siendo salvado por las tripulaciones del «Bustamante» y el «Alfonso XIII».

Otra vista desde mayor altura del salvamento del avión accidentado. El pie de foto original señalaba:  El hidroavión en que volaban sobre el campo enemigo de Alhucemas a mil setecientos metros de altura, el capitán Franco y nuestro compañero Campúa, al ser recogido por el "Alfonso XIII" cuya tripulación acudió en el auxilio de los náufragos.

Otra vista desde mayor altura del salvamento del avión accidentado. El pie de foto original de Mundo Gráfico anotaba: El hidroavión en que volaban sobre el campo enemigo de Alhucemas a mil setecientos metros de altura, el capitán Franco y nuestro compañero Campúa, al ser recogido por el «Alfonso XIII» cuya tripulación acudió en el auxilio de los náufragos.

Fragmento de la página de Mundo Gráfico del 17 de mayo de 1922 en el que bajo el título "Interesantes notas de la campaña de Marruecos" se daba noticia, entre otros hechos, del accidente de Campúa y Ramón Franco.

Fragmento de la página de Mundo Gráfico del 17 de mayo de 1922 en el que bajo el título «Interesantes notas de la campaña de Marruecos» se daba noticia, entre otros hechos, del accidente de Campúa y Ramón Franco.

El 22 de marzo de 1955 Pepe Campúa también recordaría estos hechos en su conferencia «La Prensa Gráfica» pronunciada en el Club de Prensa «Jaime Balmes» de Madrid:

Desde Nador hasta Monte Arruit fui recorriendo aquel penoso camino de la reconquista de nuestro territorio y allí conocí al famoso comandante Franco cuyo nombre, casi en su adolescencia, sonaba ya por los adures amigos y por los enemigos con matices de leyenda. En aquella guerra fue mi propio padre quien me lanzó al oficio sin reservas. Cuando me vio llegar a la costa mojado, pero habiendo salvado la máquina, después de capotar en un hidroavión mandado por Ramón Franco, se le asomaron las lágrimas a los ojos. No sé de qué: de ver a su hijo a salvo, desde luego. Pero, además, creo que de ver a su discípulo realizar un servicio arriesgado, preocupándose de salvar lo que importaba: la información.

Aquella no era la primera vez que Pepe Campúa realizaba fotografías aéreas ya que semanas antes había ido junto al capitán Antonio Ferreiro, con el que voló sobre el campo del ejército marroquí y fotografió las costas de Nador y el buque Giralda en el mar, así como el bombardeo de varios poblados. Dichas fotografías se publicaron en la revista Nuevo Mundo el 12 de mayo de 1922. José Demaría Vázquez «Campúa» demostraba con estos reportajes su valentía y su profesionalidad como fotoperiodista con tan solo 22 años ya era capaz de utilizar cualquier medio -avión, coche, barco…- para conseguir la imagen de la noticia.

Nuevo Mundo le tenía como enviado especial y fue la publicación donde aparecieron las imágenes captadas en el vuelo con Ramón Franco con el siguiente pie de foto:

A consecuencia de un accidente sufrido en pleno vuelo sobre el territorio enemigo, el aeroplano pilotado por el capitán aviador Franco, y en el que se hallaba nuestro compañero Campúa, cayó en el mar a poca distancia del Peñón de Vélez. Esta circunstancia permitió a nuestro arriesgado camarada Campúa visitar el Peñón, de noche, aprovechando uno de los convoyes. He aquí una interesantísima fotografía obtenida desde el aeroplano, por Campúa, momentos antes del referido accidente.

Página de Nuevo Mundo en cuya parte superior aparece una de las fotografías tomadas antes del accidente.

Página de Nuevo Mundo en cuya parte superior aparece una de las fotografías tomadas antes del accidente y el reportaje obtenido en la «visita inesperada» al peñón de Vélez en La Gomera.

En la foto inferior Campúa retrataba a algunas de las autoridades militares de la zona, según el pie de foto:

La oficialidad que manda la guarnición del Peñón de Vélez de la Gomera, reunida en el subterráneo que le sirve de alojamiento, al amparo del bombardeo. En el grupo, los Sres. Esparza del Tercio; Ferrer de Artillería; Andreu, teniente de Alcántara; Armada, capitán de artillería; Guerra, capitán de Policía Indígena y los marinos que hacen el convoy, Sres. Aldecoa y Pérez Izquierdo. El último a la derecha, el capitán de aviación Sr. Franco, uno de nuestros más brillantes pilotos militares y a cuya pericia se debió el resultado de esta expedición hecha por nuestro enviado Campúa.

Ramón Franco fotografiado por Pepe Campúa

Ramón Franco fotografiado por Pepe Campúa en La Gomera en 1922

Ramón Franco Bahamonde recibió en 1924 la Medalla Militar por sus actuaciones en la Guerra del Rif. El aviador se consagró en 1926 al ser el primero en cruzar en avión el Atlántico con el vuelo del Plus Ultra desde Palos de la Frontera hasta Buenos Aires. Una siguiente expedición de Ramón Franco -esta vez a Nueva York- fracasó al estrellarse en aguas portuguesas. En 1930 se sublevó contra la monarquía en el aeródromo militar de Cuatro Vientos, desde donde despegó para arrojar proclamas revolucionarias amenazando bombardear el Palacio Real. Se exilió volando hasta Lisboa y su trayectoria dio numerosos vuelcos tanto personales como ideológicos.  Años más tarde otro accidente aeronáutico -que se dice pudo ser a causa de un sabotaje- acabaría con la vida del piloto cerca de Formentor, en la isla de Mallorca. Su figura estuvo envuelta de polémica y misterio, con sucesivos cambios de bando que han sido objeto de estudios y publicaciones.

Las fiestas en el estudio de Campúa

Rodeado siempre de buenos amigos y amigas, de gente del mundo del teatro, del ocio y del espectáculo, así como de personalidades relevantes de la sociedad madrileña, a José Demaría Vázquez «Campúa» le gustaba celebrar fiestas y convocar a sus conocidos tanto en su casa como en su estudio. Una ocasión especial siempre era el día 19 de marzo, festividad de San José que celebraba con más intensidad que el día de su cumpleaños (13 de febrero).

El fotógrafo había recibido dicho nombre de su padre, José Luis Demaría López, el primer «Campúa», quien a sus dos hijos varones había puesto cada uno de los nombres que formaban su compuesto: José y Luis.

Especialmente durante los años 50, Pepe Campúa festejó el día de su santo, tal y como atestiguan numerosos registros en su archivo, dentro de la sección «Particular Don José», bajo el título «Onomástica de Don José Campúa». Aquí recogemos algunas de ellas, repletas de personajes de la época pendientes de identificar y también con presencia de empleados del estudio, botones, personal de servicio y camareros que atendían en estos festejos. Pese a la dificultad de conocer la identidad de la mayor parte de las personas que aparecen en las fotografías, resultan interesantes para conocer la vida de la época y el ambiente del estudio del fotógrafo en la calle Bárbara de Braganza nº 2.

El estudio fotográfico de Campúa en Bárbara de Braganza

Tarjeta publicitaria del estudio de Campúa en Bárbara de Braganza, 2

Tarjeta publicitaria del estudio y laboratorio de Campúa en Bárbara de Braganza, 2

Tras la guerra civil, el primer estudio que abrió José Demaría Vázquez «Campúa» estaba situado en la Gran Vía madrileña, que entonces se llamaba Avenida de José Antonio. Sin embargo, a finales de los años 40, el fotógrafo Pepe Campúa decidió trasladarse a unas nuevas instalaciones en el piso bajo de la calle Bárbara de Braganza nº 2.

José Demaría López, «Campúa» padre, ya había tenido una oficina y estudio en el número 22 de esa misma calle a principios del siglo XX, desde donde hacía la distribución de las películas y aparatos de Pathé Frères.

Se desconocen las causas por las que Campúa tomó la decisión de trasladarse, tal vez estuvo motivado por la búsqueda de nuevos clientes ante la proliferación de estudios fotográficos en la Gran Vía -Gyenes había abierto el suyo en 1948, también se habían mudado allí Alfonso y Vicente Ibáñez, entre otros.

Establecerse en Bárbara de Braganza permitiría a Campúa estar más cerca del público de los barrios de Salesas y Salamanca, una zona donde tal vez podría encontrar un público más intelectual en torno al Café Gijón y al movimiento que se generaba en el Paseo de Recoletos. Gracias a un anuncio publicado en el número de diciembre de 1948 de la revista Luna y Sol, podemos saber que la decoración del nuevo estudio corrió a cargo del arquitecto Carlos Arniches Moltó -nieto del sainetero Carlos Arniches-, quien precisamente había sido también responsable de la rehabilitación del Café Gijón realizada en ese mismo año. Tal y como indica el anuncio, en línea con el habitual lenguaje publicitario que se usaba en la época:

Campúa ofrece en beneficio del público, en esta nueva etapa, los últimos adelantos de la moderna fotografía, con sus nuevos aparatos americanos para color y negro y un equipo de artistas y técnicos españoles que ha triunfado en Europa y América, dirigidos por la acreditada y personalísima escuela tradicional que, a través de ochenta años, representa el nombre de Campúa, con una ininterrumpida serie de triunfos en el arte de la fotografía.

Anuncio de la apertura del nuevo estudio fotográfico publicado en la revista Luna y Sol de diciembre de 1948

Anuncio de la apertura del nuevo estudio fotográfico publicado en el número de diciembre de 1948 la revista Luna y Sol

En la siguiente galería de fotos, fechadas el 11 de septiembre de 1958, podemos ver cómo era aquel «suntuoso» estudio. La decoración de Carlos Arniches marca una diferencia en el estilo y el gusto de la casa, abandonando las líneas sobrias del plató de la Gran Vía para ir a un mobiliario más recargado. La puerta con su marco ornamentado, los sofás y la chimenea se convirtieron en fondos habituales de las fotografías de bodas, comuniones y retratos familiares que se hacían en el estudio, aunque una cortina blanca permitía ocultar parte del decorado cuando se requería un fondo más neutro. En el sótano estaba ubicado el laboratorio donde se revelaban y positivaban los materiales.

 

El cocktail de inauguración se celebró el martes 1 de febrero de 1949 y fue noticia en los periódicos y revistas de la época tal y como podemos comprobar también en este recorte de Luna y Sol en el cual se identifican algunos de los personajes de la sociedad madrileña que acudieron a la fiesta:

Crónica fotográfica publicada en Luna y Sol en marzo de 1949 en la que figuran las personalidades que acudieron a la inauguración del nuevo estudio de Campúa

Crónica fotográfica publicada en Luna y Sol en marzo de 1949 en la que figuran las personalidades que acudieron a la inauguración del nuevo estudio de Campúa

También La Vanguardia, en su edición del 2 de febrero dio noticia de esta inauguración en su sección «Ecos de Sociedad», reseñándolo como un espléndido «cock-tail» ofrecido por Perico Chicote al que acudieron miembros del Gobierno y personalidades diplomáticas y de la sociedad de Madrid, así como de las artes y las letras.

Reseña de la inauguración del nuevo estudio de Campúa, publicada en La Vanguardia el 2 de febrero de 1949 (el mismo día en que se celebró, lo cual puede hacer dudar de la fecha exacta o de si la noticia se publicó antes de que se produjera el acto)

Reseña de la inauguración del nuevo estudio de Campúa, publicada en La Vanguardia el 2 de febrero de 1949

Hojas correspondientes al año 1949 en el libro de registro del estudio fotográfico de José Demaría Vázquez "Campúa". En ellas puede verse añadida al margen la anotación "Inauguración del estudio Campúa en Bárbara de Braganza, 2"

Hojas correspondientes al año 1949 en el libro de registro del estudio fotográfico de José Demaría Vázquez «Campúa». Al inicio de la segunda de ellas puede verse añadida al margen la anotación «Inauguración del estudio Campúa en Bárbara de Braganza, 2»

Vista del plató del estudio de Bárbara de Braganza, años más tarde

Vista del plató del estudio de Bárbara de Braganza, años más tarde

El estudio de Bárbara de Braganza ya sería el lugar donde José Demaría Vázquez «Campúa» desarrollaría su labor como fotógrafo hasta su muerte, el 28 febrero de 1975. Allí tendría incluso un pequeño apartamento en el que se quedaba a dormir en ocasiones y donde fijó su domicilio en los años 70, entregado al trabajo fotográfico tanto de estudio como de reportaje periodístico.

Mariano Benlliure ante el objetivo de Campúa

El escultor Mariano Benlliure y Gil (Valencia, 1862 – Madrid, 1947) fue uno de los artistas que alcanzó mayor reconocimiento a finales del siglo XIX y principios del XX en España. Aunque comenzó su trayectoria en Valencia, se estableció en Madrid definitivamente en 1887, tan solo unos años antes de que José Luis Demaría López, «Campúa» padre llegara también a la capital. Allí se relacionaría con el entorno artístico de la época y establecería sólidos vínculos con Joaquín Sorolla y Vicente Blasco Ibáñez.

Campúa padre le fotografiaría en numerosas ocasiones, como la que recogemos a continuación, publicada en La Esfera en febrero de 1914, en el marco de un amplio reportaje sobre el estudio del escultor valenciano en Villalba. Una imagen que ha sido frecuentemente utilizada después en materiales de difusión, páginas web y biografías del artista, muy a menudo sin citar al autor original.

Retrato realizado por José Luis Demaría Vázquez, Campúa padre, al escultor Mariano Benlliure. Se publicó en febrero de 1914 en La Esfera con el pie de foto: "Benlliure trabajando en su estudio sobre una obra en mármol"

Retrato realizado por José Luis Demaría López, Campúa padre, al escultor Mariano Benlliure. Se publicó en febrero de 1914 en La Esfera con el pie de foto:
«Benlliure trabajando en su estudio sobre una obra en mármol»

Más tarde, a principios de los años 40 sería José Demaría Vázquez, «Campúa» hijo, quien retrataría a Mariano Benlliure en su estudio realizando una de sus esculturas femeninas, que constituyen un icono de su producción artística, así como contemplando una de sus clásicas figuras religiosas. Clasificadas con el nº 1431 en su archivo de retratos de estudio, este número y el tipo de material con el que fueron hechas estas fotografías permiten afirmar que muy probablemente fueron realizadas entre 1943 y 1945. No se ha encontrado aún un registro de hemeroteca de su publicación que confirme esa fecha.

En alguna biografía de José Demaría Vázquez «Campúa» se ha publicado el dato de que, durante su proceso ante el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, delató a Mariano Benlliure como masón. Esta afirmación puede dar lugar a equívocos ya que el nombre que facilitó el fotógrafo -tras llevar más de tres meses preso en la Cárcel de Porlier y después de sucesivos interrogatorios- fue el de Mariano Benlliure y Tuero, escritor e hijo de Mariano Benlliure y Gil, el afamado escultor. Así figura en los archivos del Centro Documental de la Memoria Histórica, primero en una hoja manuscrita por el fotógrafo y luego en el acta de una comparecencia del mismo ante el secretario del Tribunal Especial, fechada el 19 de octubre de 1942.

Mariano Benlliure y Tuero, hijo del escultor, retratado por Pepe Campúa. En la imagen publicada en Nuevo Mundo en 1922 un irónico pie de foto afirma: "Mariano Benlliure y Tuero, fatigado por las deliberaciones a que obliga su cargo, descansa poniendo su mano en un tatuaje comenzado por Moya"

Mariano Benlliure y Tuero, hijo del escultor, retratado por Pepe Campúa. En la imagen publicada en Nuevo Mundo en 1922 un irónico pie de foto afirma:
«Mariano Benlliure y Tuero, fatigado por las deliberaciones a que obliga su cargo, descansa poniendo su mano en un tatuaje comenzado por Moya»

Efectivamente, en publicaciones sobre la historia de la masonería, se ha señalado que Mariano Benlliure y Tuero perteneció al Grande Oriente Español y su filiación era conocida puesto que se afirma que, incluso, formó parte del consejo de redacción de la revista Latomia que publicaba la logia La Unión.

Es muy probable que Campúa hijo y Benlliure hijo tuvieran relación a lo largo de su vida, al igual que con Joaquín Sorolla hijo y otros miembros de su generación, dado el vínculo que existía entre sus padres y la cercanía en el ambiente artístico madrileño. De hecho, Pepe Campúa también retrató a Mariano Benlliure y Tuero en alguna ocasión como en esta fotografía publicada el 10 de febrero de 1924 en Nuevo Mundo, con motivo de un concurso de tatuajes artísticos en el que el hijo de Mariano Benlliure participó como jurado.

Campúa y El Tebib Arrumi, compañeros en el periodismo

José Demaría Vázquez «Campúa» tuvo, durante toda su vida, una excelente relación con sus compañeros de profesión, entre los que cosechó grandes amistades con quienes constituían los grandes nombres del periodismo de la época. Uno de ellos fue Victor Ruiz Albéniz, El Tebib Arrumi, que comenzó su trayectoria como médico en Marruecos -de ahí su seudónimo que quiere decir el médico cristiano en árabe- pero que pronto se reconvirtió al periodismo al realizar la cobertura de la guerra hispano-marroquí desde 1909.

La referencia bibliográfica de la relación entre Campúa y El Tebib es de 1937 cuando, al llegar a la Zona Nacional desde Marsella, Víctor de la Serna le presenta a Vicente Gay, entonces director de la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda. Tal y como relata Marino Gómez-Santos en la entrevista al fotógrafo publicada en el diario Pueblo el 21 de junio de 1963:

Le ponen un coche y acompañado del «Tebib Arrumi» y de Víctor de la Serna, José Campúa recorre los frentes. Los dos grandes periodistas con sus plumas y Campúa con la cámara se complementan para informar a los españoles y al extranjero…

Compartieron los dos años y medio restantes de la Guerra Civil, donde pese a la diferencia de 15 años de edad, se forjó un gran vínculo entre ambos. Sin embargo es posible que el fotógrafo y el periodista hubieran coincidido antes ya que El Tebib había sido redactor jefe y subdirector del Diario Universal, así como director del periódico Informaciones. Una de las fotografías más célebres que Campúa le tomó a Víctor Ruiz Albéniz durante la contienda fue ésta en la que el periodista aparece junto a Franco examinando mapas de operaciones para prepararse de cara al Frente del Ebro.

En la dedicatoria puede leerse: "Pepe, para tí y para la memoria de tu padre que era como tú y tú como él. De todo corazón gracias porque me has dado la alegría [...] de mi vida"

En la dedicatoria puede leerse: «Pepe, para tí y para la memoria de tu padre que era como tú y tú como él. De todo corazón gracias porque me has dado la alegría […] de mi vida. El Tebib«

Al acabar la Guerra Civil, Víctor Ruiz Albéniz continuó ejerciendo como periodista en ABC, fue presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid y fue nombrado Cronista Oficial de la Villa de Madrid el 9 de junio de 1943, así como Periodista de Honor en 1953. Cercano a Franco, llegó a conocérsele como «el cronista de Franco», ya que al dictador le gustaba, ya desde la guerra, el estilo literario de El Tebib. Pese a ello, también hubo sospechas de que Víctor Ruiz Albéniz hubiera querido entrar en la masonería y que no se le permitió. Campúa fue interrogado sobre ello en su propio proceso ante el Tribunal Especial para la represión de la Masonería y el Comunismo, el 7 de julio de 1942:

El policía que le interrogó […] le preguntó si el Tebib Arrumi había solicitado el ingreso en la secta y que este había sido rechazado por indeseable, a lo que contestó el declarante que ignoraba estos extremos y consideraba a dicho señor que, en caso de ser así, hubiera sido un honor para este el ser rechazado; que a los dos días contó a don Víctor Ruiz Albéniz los extremos que a él se referían, sabiendo el declarante que puso una carta al Director General de Seguridad quejándose de la actuación del agente.

El viaje de Campúa a Cuba y su encuentro con Ernest Hemingway

Artículo publicado en La Vanguardia el 18 de noviembre de 1954 dando noticia del viaje de Campúa a Cuba.

Artículo publicado en La Vanguardia el 18 de noviembre de 1954 dando noticia del viaje de Campúa a Cuba.

En noviembre de 1954 José Demaría Vázquez «Campúa» viajó a Cuba con motivo del I Congreso Internacional de Fotógrafos de Prensa, como presidente de la Asociación de Informadores Gráficos de España.

Ya desde entonces Pepe Campúa estaba desarrollando una intensa labor de fomento y defensa de la profesión del reporterismo gráfico, así como de protección de la propiedad intelectual y el trabajo de los fotógrafos. Esa sería una línea de militancia que mantendría durante el resto de su carrera. El viaje a Cuba fue muy determinante en este sentido y duró desde el 17 de noviembre hasta el domingo 5 diciembre de 1954.

Durante dicho viaje a La Habana, Campúa vivió uno de los momentos que luego recordaría entre los más memorables de su trayectoria, el encuentro con el escritor Ernest Hemingway. Durante toda su vida el fotógrafo conservaría entre sus recuerdos estas fotos del momento en que conoció al autor estadounidense que, además, ese mismo año había recibido el premio Nobel de Literatura y ya estaba afincado desde años antes en la capital cubana.

El encuentro de Ernest Hemingway con los fotógrafos que acudieron al Congreso Internacional en La Habana. Pepe Campúa, en el lado derecho de la fotografía, con su periódico en el bolsillo, esperaba a saludar al escritor.

El encuentro de Ernest Hemingway con los fotógrafos que acudieron al Congreso Internacional en La Habana. Pepe Campúa, en el lado derecho de la fotografía, con su periódico en el bolsillo, esperaba a saludar al escritor.

Reverso de la fotografía original que Pepe Campúa trajo de La Habana

Reverso de la fotografía original que Pepe Campúa trajo de La Habana, firmada por Barcino-Foto y fechada el 30 de noviembre de 1954

Pepe Campúa da la mano al gran escritor en el encuentro de Ernest Hemingway con los fotógrafos que acudieron al Congreso Internacional en La Habana

Pepe Campúa da la mano al gran escritor en el encuentro de Ernest Hemingway con los fotógrafos que acudieron al Congreso Internacional en La Habana

Reproducción de otra de las fotos del encuentro con Hemingway, que Campúa copió para su conservación en 1958. Se desconoce si esta imagen también es del estudio cubano Barcino Foto o de otro de los compañeros fotógrafos que asistieron al encuentro.

Reproducción de otra de las fotos del encuentro con Hemingway, que Campúa copió para su conservación en 1958. Se desconoce si esta imagen también es del estudio cubano Barcino-Foto o de otro de los compañeros fotógrafos que asistieron al encuentro ya que sólo se conserva el negativo de la reproducción.

Además, en el Congreso Internacional de los Informadores Gráficos, Campúa fue nombrado vicepresidente, como representación de la asociación española, de la Asociación congreso cuya presidencia recayó en Bert Emmanuel, entonces presidente de los periodistas gráficos estadounidenses. Así lo relató la crónica publicada en La Vanguardia al regreso del viaje, el 7 de diciembre de 1954 que informaba de que Campúa y Emmanuel también se reunieron con el entonces presidente de Cuba, Fulgencio Batista y Zaldívar. En la galería siguiente puedes ver algunas imágenes de cómo transcurrió aquel viaje.

El estudio de Campúa en la Gran Vía de Madrid

Sobres originales del primer estudio de Pepe Campúa, que el fotógrafo usaba para guardar el archivo de retratos

Sobres originales del primer estudio de Pepe Campúa, que el fotógrafo usaba para guardar el archivo de retratos

Al terminar la Guerra Civil española, José Demaría Vázquez «Campúa» regresó a Madrid y siguió trabajando como reportero con Víctor de la Serna, primero en Informaciones y luego en La Tarde.

Pero paralelamente a los reportajes de actualidad, fue desarrollando con fuerza la otra vertiente de su trabajo fotográfico: el retrato y la fotografía de estudio. Durante esos años hizo sesiones con personalidades y artistas de la época, al igual que cuando en los inicios de su carrera fotografiaba a personajes teatrales en los jardines de Sorolla. Muchas de esas fotografías de actores y actrices de cine se publicaron también en Cámara, pionera como revista cinematográfica en España.

Era evidente la necesidad de tener un estudio donde revelar los materiales y con un buen plató donde hacer los retratos tanto de personalidades de la escena madrileña como de particulares que acudían a hacerse retratos con motivo de su boda o a encargar una foto familiar. El lugar elegido por Pepe Campúa para ubicar su estudio fue la misma manzana de la Gran Vía donde había estado situado el cine Madrid-París que él mismo dirigió en los años 30, en el número 32, a diferencia de que en ese momento la calle principal de Madrid se llamaba Avenida de José Antonio.

Según el libro Gyenes, el fotógrafo del optimismo, de Fernando Olmeda, el estudio fue inaugurado el 10 de enero de 1941. Así lo contó Juan Gyenes -que en aquella época trabajaba con Campúa- en una entrevista a Miguel Ángel Gonzalo publicada en la revista Época, tal y como señala el libro de Olmeda:

«Siempre recordaba que aquel día la nieve llegaba hasta la rodilla»

Más adelante el diario ABC en su edición de la mañana del 17 de octubre de 1944 publicaría una breve nota sobre la inauguración del estudio, que probablemente respondía a la apertura de la temporada o a la inauguración de una exposición de sus fotos, ya que parece claro por el trabajo fotográfico que se conserva -tanto de Campúa como de Gyenes- que el estudio llevaba funcionando desde años antes. En esta inauguración que reseña ABC el fotógrafo ofreció una gran fiesta a la que acudieron las principales personalidades de la sociedad, la política y el mundo del arte, y de la que dio cuenta el diario:

En la sección de Informaciones de Madrid, el diario ABC dio cuenta de la apertura del estudio fotográfico de Campúa en el número 32 de la entonces llamada Avenida de José Antonio, la Gran Vía.

En la sección de Informaciones de Madrid, el diario ABC dio cuenta el 17 de octubre de 1944 de la apertura del estudio fotográfico de Campúa en el número 32 de la entonces llamada Avenida de José Antonio, la Gran Vía.

Del archivo de Campúa rescatamos algunas imágenes de cómo era el estudio en aquella época, con una tarima de columnas que servía de escenario para las sesiones, al igual que el sofá que le acompañaría después a su siguiente estudio, que estaría situado en la calle Bárbara de Braganza. Una chimenea simulada completaba la decoración para, con distintos juegos de luces conseguir los efectos típicos del retrato de aquel tiempo, con sombras dramáticas y poses a menudo teatralizadas. (Las imágenes pueden ampliarse para verlas en modo galería haciendo click en cualquiera de ellas)

Fue en aquella época también cuando el fotógrafo de origen húngaro Juan Gyenes se inició como ayudante en el estudio de Campúa, tal y como puede verse en la siguiente imagen. De hecho, otro de los datos que corroboran esta versión es el hecho de que el gran fotógrafo conocería en el estudio de Campúa a la que luego fue su mujer, Sofía Vázquez, que trabajaba allí como secretaria y con la que se casó en 1943.

Juan Gyenes en los años 40 en el estudio de Campúa

Juan Gyenes en los años 40 en el estudio de Campúa

Por el estudio de Pepe Campúa en la Avenida de José Antonio nº 32 pasarían en los años siguientes incontables personalidades relevantes, pero también mucha gente anónima a las que el fotógrafo retrataba con la misma maestría y singularidad, convirtiéndolas en «artistas de cine» fuera cual fuera su apellido. En esta sede estaría el estudio hasta enero de 1949, cuando José Demaría Vázquez «Campúa» se traslada a la que ya sería su sede definitiva en la calle Bárbara de Braganza nº 2.

La estancia en Suiza de Pepe Campúa

Cuando José Demaría Vázquez «Campúa» estaba en la veintena, su salud era muy frágil. Extremadamente delgado y con tendencia a padecer problemas pulmonares -a lo largo de su vida sufrió una treintena de pulmonías-, los viajes y las condiciones extremas en los que realizó algunos de sus primeros reportajes, se hacían sentir en su estado físico. Tal y como escribe el periodista Marino Gómez-Santos en una entrevista con el fotógrafo publicada en Diario Pueblo el 19 de junio de 1963 al recordar el viaje a Las Hurdes que realizó en junio de 1922:

El viaje a Las Hurdes, acompañando a don Alfonso XIII y su séquito, pudo costarle la vida a José Campúa, porque por aquellas fechas ya había padecido dos pulmonías de las que había salido con dificultad. […] La fatiga de aquella expedición con jornadas larguísimas a caballo, bajo el sol abrasante de Extremadura, le dejó extenuado. Entonces se fue a un sanatorio en Suiza, donde estuvo un año y medio.

Justo antes, además, había estado en la guerra de Marruecos y, paralelamente, había trabajado de forma intensa como reportero en Madrid. «Pajarito», como le llamaba Alfonso XIII, no llegaba entonces apenas a los 40 kilos de peso y necesitó una cura de reposo.

«Mi padre hizo el hombre un sacrificio. A los tres o cuatro meses llegó Justito Sanjurjo -hijo del general-, que en una de sus escapadas a Madrid compró un décimo de lotería y nos tocaron 750.000 pesetas».

De aquella época se conserva este retrato que Pepe Campúa se hizo en la ciudad de Davos junto a una patinadora y que fue publicado en la revista Mundo Gráfico el 21 de febrero de 1923.

El pie original de la foto, publicada en Mundo Gráfico, señalaba: "Nuestro compañero Pepe Campúa, patinando sobre la nieve en Davos con una linda deportista"

El pie original de la foto, publicada en Mundo Gráfico, señalaba: «Nuestro compañero Pepe Campúa, patinando sobre la nieve en Davos con una linda deportista»

En esa revista también se publicó un amplio reportaje sobre los deportes de invierno, que el fotógrafo realizó durante su estancia en Suiza ya que, pese a estar recuperándose, siguió trabajando como periodista enviando colaboraciones ocasionales desde dicho país tanto a Mundo Gráfico como a La Esfera y a Nuevo Mundo.

En la galería siguiente recogemos, con sus pies originales, las imágenes del reportaje publicado por Mundo Gráfico aquel 21 de febrero de 1923:

Analizando las fotografías e informaciones publicadas en la prensa gráfica de la época parece, sin embargo, que la estancia de Pepe Campúa en Suiza no fue tan larga como relataba la crónica de Marino Gómez-Santos. De hecho, en Mundo Gráfico el 27 de junio de 1923 -cuatro meses después de las fotografías anteriores- se daba noticia de su recuperación y regreso a Madrid en la sección «Retratos de la semana».

Noticia de la recuperación de la salud de Pepe Campúa y su vuelta a Madrid, publicada en Mundo Gráfico el 27 de junio de 1923

Noticia de la recuperación de la salud de Pepe Campúa y su vuelta a Madrid, publicada con una fotografía de Cortés en Mundo Gráfico el 27 de junio de 1923. El pie original da la noticia:
«PEPITO CAMPÚA. Hijo de nuestro director, colaborador gráfico de Prensa Gráfica, que ha regresado de Suiza repuesto totalmente de su dolencia y que de nuevo embellecerá las páginas de estas publicaciones con sus interesantísimos trabajos fotográficos.