La trayectoria de José Luis Demaría López, «Campúa» padre, como pionero de la fotografía periodística en España es sobradamente reconocida. Sin embargo pocos estudios se han centrado en otra de sus facetas profesionales, como empresario que potenció el mundo del espectáculo en el Madrid de las primeras décadas del siglo XX.

Foto de Díaz Casariego, publicada en Mundo Gráfico el 27 de abril de 1928. Campúa marcado con X. El pie señala:
Los autores de la revista «Noche loca», Sres. Campúa, Vela y maestro Alonso, con algunos de los concurrentes a la fiesta celebrada en Romea con motivo del creciente éxito de aquella revista que se acerca ya a las doscientas representaciones.
Consolidado ya como reportero, muy pronto inició su labor en el cine como distribuidor de las películas de Pathé Frères en junio de 1912, tarea que siguió compaginando con su ejercicio periodístico y con el desarrollo de Prensa Gráfica, la editorial de las principales revistas de la época. Más tarde puso en marcha el cine Royalty, una de las primeras salas de la capital que estaba situada en la calle Génova y cuya historia se relata detalladamente en el blog «La Pantalla Mágica».
Es más adelante, a principios de los años 20, cuando amplia esta labor empresarial a la escena, primero con el Teatro Maravillas que inauguró en septiembre de 1921 y poco después con el Teatro Romea. Así describía ABC en la nota «Inauguración de Maravillas» el 22 de septiembre de 1921, los preparativos que había hecho en la sala antes de su inauguración.
Desde ayer cuenta Madrid con una nueva sala de espectáculos digna de la gran urbe. Pepe Campúa, el empresario a la moderna, todo actividad y esplendidez, confió a Martínez Garí la transformación del que fue Madrid Cinema y el notable escenógrafo, inspirándose en el estilo japonés, tan ricamente decorativo y polícromo, ha ornamentado la flamante sala con insuperable buen gusto. Originales y caprichosos faroles completan la decoración, dando al conjunto extraordinaria visualidad y alegría.
Del espectáculo ameno y sugestivo con el que se inauguró el teatro Maravillas, por el que desfilarán todas las grandes atracciones de las variedades que Campúa, previsor y rumboso contrató para hacer imposible toda competencia…

Fotografía de Campúa publicada en Mundo Gráfico el 24 de octubre de 1928 con motivo del estreno de «Las lloronas». En la imagen aparece Celia Gámez y, en pequeño, dos de las segundas tiples en una composición típica de la época.
También una gran reforma acometió José Campúa en el Teatro Romea, tal y como describe el blog «Dónde están los cines de Madrid» en una detallada historia de esta pequeña sala, que se encontraba en la Plaza de Jacinto Benavente:
Se ampliaron las estancias, se reorganizaron los espacios y la sala fue completamente remozada. Su antiguo techo se demolió en parte y sobre la sala se creó una bóveda lucernario de hierro y cristal. Se amplió el espacio escénico abriendo un gran hueco en su fondo y creando una chácena, y se establecieron los camerinos en la segunda planta del edificio de la plaza de la Aduana Vieja. Incluso se construyó una cabina de proyección sobre el graderío de la primera planta a la que se accedía a través de un pasillo lateral desde el piso alto.
José Campúa forma allí su compañía teatral y comienza a montar distintos espectáculos. Ente ellas varios entremeses de Jardiel Poncela fueron representados en 1925 y 1926 en el Romea: ¡Achanta que te conviene!, El turco de Wenceslao, ¡Qué Colón! o ¡Vamos a Romea!. También el empresario contrató a algunas de las figuras que se convertirían en las actrices más destacadas del momento como Celia Gámez o Perlita Greco. Ésta última llegó a España interpretando tangos y el empresario José Campúa la contrató para las revistas que representaba en las tablas del Romea.

Fotografía publicada en La Esfera el 6 de diciembre de 1930. El pie original señala: El número de «Los pijamas» uno de los más sugestivos de la revista «¡Me acuesto a las ocho!» original de Vela, Campúa y el maestro Alonso, estrenada con gran éxito en el Teatro Romea.
Además el empresario llegó a ser coautor de varias comedias teatrales y radiofónicas como “De polo a polo”, escrita junto con Felipe Moreno y otros títulos escritos en coautoría con Joaquín Vela y con música del Maestro Alonso como “Noche loca” (1927) que contaría con figurines de Álvaro Retana, «Las lloronas» (1928), «¡Por si las moscas…!” (1929) [Pulsando en los enlaces de las obras anteriores puede escucharse el audio de algunas de estas obras que se conservan en vinilos como parte del fondo de la Biblioteca Nacional], «Me acuesto a las ocho» (1930) o «¿Qué pasa en Cádiz?» (1932). Otras obra escritas en colaboración con Vela, con música de Ernesto Rosillo fueron «¡Colibrí!», estrenada en 1930, «Las pavas» o «La niña de la Mancha» y, con música del maestro Dotrás Vila y letra en coautoría de Campúa y Andrés Hurtado, la revista «Miss-Miss» (1935).
Por sus números bailables y pegadizos, estas piezas -entre la revista y la comedia– tuvieron un gran éxito de público, aunque no siempre de crítica. Por ejemplo, ¡Por si las moscas! con la actriz Perlita Greco llegó a las cuatrocientas representaciones y se representó en varias ciudades fuera de Madrid. La actividad de Campúa fue tan intensa que la revista Crónica se llegó a referir a él como «el empresario por antonomasia» en un reportaje de portada el 8 de noviembre de 1931 y antes en Mundo Gráfico el 12 de abril de 1922 le había denominado «acaparador de todo lo bueno» al dar noticia de la contratación de la bailarina Évora para el Teatro Maravillas. De hecho llegó a ser presidente de la Sociedad Unión de Empresarios de Teatros de Madrid, tal y como demuestra una nota publicada en ABC el 22 de septiembre de 1933.
Se dice que al Teatro Romea lo llamaban «el templo de la frivolidad» y es cierto que las revistas y obras que en él se representaban fueron evolucionando hacia la comedia más pícara o incluso erótica. Así lo relataba la revista Crónica el 15 de mayo de 1932 con el titular «Nuevos tiempos», destacando la importancia de estos primeros desnudos sobre un escenario madrileño, como muestra de la evolución de la sociedad:
Parece que no ha pasado casi nada. Parece que sigue como si tal cosa el rumbo de los acontecimientos. Pero sobre el escenario pequeño de Romea cinco girls españolas han dejado sus senos en libertad.
Este suceso es, desde luego, mucho más importante que la discusión del Estatuto de Cataluña, aunque la frivolidad de las gentes desvía hacia este último su atención. Sin embargo, los hombres serenos, los hombres que desde el mirador de nuestra imparcialidad contemplamos los altos y bajos del paisaje nacional, no hemos de negar a estos diez senos alegres, a estos diez senos que se exhiben generosos, fresquitos y pimpantes, toda la importancia que tienen como signo inequívoco de avance de los tiempos.

Página de la revista Crónica publicada el 15 de mayo 1932 con fotos de Campúa, sobre la obra «La pipa de oro» estrenada en el Romea. El pie de foto señala: En primer término, de izquierda a derecha: Jenny Falinsky, Margarita Carbajal, Aurora Sáinz y Amalia Ariza. En el círculo del fondo: las cinco «girls», con los senos en libertad.
Las actuaciones de la compañía de Campúa y, muy especialmente, de sus girls fueron reconocidas en el Madrid de la época con vedettes como Laura Pinillos, María Antinea o Amparito Taberner, entre otras muchas actrices que harían gala de desparpajo y alegría sobre las tablas del Teatro Romea o en las distintas compañías que regentó.

Fotonoticia de la revista Crónica el 29 de abril de 1934 en la que se retrata Campúa padre, durante un homenaje a las chicas de la compañía de Romea por el éxito de «Las chicas del ring». El empresario aparece en el centro, marcado con (1), rodeado de las «alegres vicetiples y girls»

Último cartel del Teatro Romea, publicado con fotografía de Cortés en la revista Crónica el 25 de agosto de 1935
La última función del Romea se celebró el 14 de marzo de 1935 con la representación de “Al cantar el Gallo” de Pablo Luna, su cierre estaba programado con el objetivo de ampliar la actual Plaza de Jacinto Benavente. Unos meses más tarde se ejecutó la orden de derribo de la sala: el 27 de julio de 1935 el ayuntamiento incautó el local del Teatro Romea y los bomberos iniciaron la demolición de lo que quedaba del edificio. En los meses siguientes mantuvo la compañia del Romea de Madrid -pese a no tener teatro-, representó en el Teatro Pavón y trabajó con la compañía del Teatro Cómico de Barcelona
Algo más de un año después del cierre del Romea, ya habiendo estallado la guerra civil española, José Luis Demaría López sería asesinado al salir de la checa de Fomento en Madrid. Con él fallecería no sólo un destacado fotógrafo, si no un gran empresario que trabajó por la cultura, el espectáculo la creatividad y la modernización en España durante más de cuatro décadas.