El Madrid de Campúa (X): La verbena de San Antonio

La verbena de San Antonio es una tradición con siglos de historia en Madrid y José Demaría Vázquez «Campúa», como testigo constante de la vida de la ciudad, también tuvo oportunidad de fotografiar su ambiente. Las mujeres ataviadas con el traje típico madrileño, las modistillas con mantones y claveles, los puestos ambulantes y las atracciones eran noticia en los diarios madrileños. La tradición lleva aún hoy en día a las mujeres solteras a la ermita de San Antonio el 13 de junio a depositar trece alfileres en la pila bautismal de la ermita -en una costumbre que se dice iniciaron las modistillas en el siglo XIX- e introducir la mano en ella. Al sacar la mano se comprueba el número de alfileres que se han clavado en la palma para saber cuántos novios se tendrán en los doce meses siguientes.

Junto a la tradición de los alfileres, se llevaban a cabo otras costumbres como la bendición de los panecillos o «Pan del Santo» y la verbena se llenaba en los días en torno al 13 de junio de diferentes puestos ambulantes que aprovechaban la afluencia de gente: barquilleros, fruteros, aguadores, buñoleros… El baile del chotis y la comida típica eran las señas de identidad de la verbena, cuya celebración se suspendió durante cinco años durante la Guerra Civil pero que continuó después y ha ido evolucionando. En la actualidad, por ejemplo, no son 13 alfileres los que se arrojan, sino que la pila bautismal está llena de ellos.

A continuación recogemos uno de los reportajes sobre esta tradición madrileña que Pepe Campúa realizó en 1952 para diario Informaciones. Según el recorte que se guarda en el propio archivo, sólo una de las imágenes fue publicada -la que retrata a unos vendedores de botijos agasajando a dos chulapas-, por tanto, el resto podrían ser inéditas a falta de encontrar otras referencias de hemeroteca.

Recorte de prensa de Informaciones sobre la verbena de San Antonio en 1952 ilusrado con una fotografía de Campúa

Fotonoticia en Informaciones sobre la verbena de San Antonio en 1952 ilustrada con una instantánea de Campúa. El recorte de prensa refleja el ambiente de la época: «el humo acre de los churros, el aristón antiguo de los ‘caballitos’, los pregones de flores y botijos: el buen tópico madrileño de la verbena se presentó anoche con toda puntualidad». El artículo hace alusión a la fotografía, refiriéndose a «los bonitos rostros de las madrileñas verbeneras que ha captado el fotógrafo»

El accidente aéreo de Ramón Franco y Pepe Campúa

Campúa en un avión (foto de fecha no identificada)

Campúa trabajando como reportero en un avión (foto de fecha no identificada)

Una de las vivencias que más marcaron a Pepe Campúa en los inicios de su carrera fue el accidente aeronáutico que sufrió en mayo de 1922 mientras realizaba la cobertura informativa de la guerra de Marruecos. El reportero quería fotografiar desde el aire la zona de las Alhucemas y tuvo la oportunidad de subir a un hidroavión pilotado por Ramón Franco -hermano de Francisco Franco-, pero surgieron dificultades. El propio fotógrafo recordaba así la anécdota en una entrevista concedida a Marino Gómez-Santos para el diario Pueblo en junio de 1963.

La historia es la siguiente: Estando yo en África se hacían unos vuelos con los pocos hidroaviones con que se contaba. En una de aquellas ocasiones, el glorioso aviador Ramón Franco fue tan amable que me invitó a acompañarle a un bombardeo que iba a hacer sobre Alhucemas. Junto a las costas de Villa Cisneros tuvimos una avería en el motor y caímos al mar. Gracias a que Ramón Franco era un as de la aviación no tuvimos un accidente serio, aunque sí pegamos un panzazo enorme. Se rajó el fuselaje, el agua empezó a entrar y gracias a Dios que estaba próximo el «Bustamante y el «Alfonso XIII», cuya tripulación nos puso a salvo. Además yo, con la afección de bronquios, nado como un martillo. Vamos, que en aquella ocasión me hubiera ahogado. Creo que fue el primer baño que me di en el mar en toda mi vida. Salvé la vida y salvé el material, que era lo importante; porque lo esperaban en el periódico.

No solo consiguió salvar el material, sino que después del accidente se subió a los mástiles del barco para realizar las fotografías de cómo los marineros subían el avión a la embarcación Alfonso XIII y tomar las siguientes imágenes que fueron publicadas por Mundo Gráfico el 17 de mayo de 1922.

Momento del salvamento del avión. El pie de foto original de Mundo Gráfico señalaba: El hidroavión pilotado por el capitán Franco y en el que iba nuestro querido compañero Campúa, que cayó al mar por efecto de una avería, siendo salvado por las tripulaciones del "Bustamante" y el "Alfonso XIII".

Momento del salvamento del avión. El pie de foto original de Mundo Gráfico señalaba: El hidroavión pilotado por el capitán Franco y en el que iba nuestro querido compañero Campúa, que cayó al mar por efecto de una avería, siendo salvado por las tripulaciones del «Bustamante» y el «Alfonso XIII».

Otra vista desde mayor altura del salvamento del avión accidentado. El pie de foto original señalaba:  El hidroavión en que volaban sobre el campo enemigo de Alhucemas a mil setecientos metros de altura, el capitán Franco y nuestro compañero Campúa, al ser recogido por el "Alfonso XIII" cuya tripulación acudió en el auxilio de los náufragos.

Otra vista desde mayor altura del salvamento del avión accidentado. El pie de foto original de Mundo Gráfico anotaba: El hidroavión en que volaban sobre el campo enemigo de Alhucemas a mil setecientos metros de altura, el capitán Franco y nuestro compañero Campúa, al ser recogido por el «Alfonso XIII» cuya tripulación acudió en el auxilio de los náufragos.

Fragmento de la página de Mundo Gráfico del 17 de mayo de 1922 en el que bajo el título "Interesantes notas de la campaña de Marruecos" se daba noticia, entre otros hechos, del accidente de Campúa y Ramón Franco.

Fragmento de la página de Mundo Gráfico del 17 de mayo de 1922 en el que bajo el título «Interesantes notas de la campaña de Marruecos» se daba noticia, entre otros hechos, del accidente de Campúa y Ramón Franco.

El 22 de marzo de 1955 Pepe Campúa también recordaría estos hechos en su conferencia «La Prensa Gráfica» pronunciada en el Club de Prensa «Jaime Balmes» de Madrid:

Desde Nador hasta Monte Arruit fui recorriendo aquel penoso camino de la reconquista de nuestro territorio y allí conocí al famoso comandante Franco cuyo nombre, casi en su adolescencia, sonaba ya por los adures amigos y por los enemigos con matices de leyenda. En aquella guerra fue mi propio padre quien me lanzó al oficio sin reservas. Cuando me vio llegar a la costa mojado, pero habiendo salvado la máquina, después de capotar en un hidroavión mandado por Ramón Franco, se le asomaron las lágrimas a los ojos. No sé de qué: de ver a su hijo a salvo, desde luego. Pero, además, creo que de ver a su discípulo realizar un servicio arriesgado, preocupándose de salvar lo que importaba: la información.

Aquella no era la primera vez que Pepe Campúa realizaba fotografías aéreas ya que semanas antes había ido junto al capitán Antonio Ferreiro, con el que voló sobre el campo del ejército marroquí y fotografió las costas de Nador y el buque Giralda en el mar, así como el bombardeo de varios poblados. Dichas fotografías se publicaron en la revista Nuevo Mundo el 12 de mayo de 1922. José Demaría Vázquez «Campúa» demostraba con estos reportajes su valentía y su profesionalidad como fotoperiodista con tan solo 22 años ya era capaz de utilizar cualquier medio -avión, coche, barco…- para conseguir la imagen de la noticia.

Nuevo Mundo le tenía como enviado especial y fue la publicación donde aparecieron las imágenes captadas en el vuelo con Ramón Franco con el siguiente pie de foto:

A consecuencia de un accidente sufrido en pleno vuelo sobre el territorio enemigo, el aeroplano pilotado por el capitán aviador Franco, y en el que se hallaba nuestro compañero Campúa, cayó en el mar a poca distancia del Peñón de Vélez. Esta circunstancia permitió a nuestro arriesgado camarada Campúa visitar el Peñón, de noche, aprovechando uno de los convoyes. He aquí una interesantísima fotografía obtenida desde el aeroplano, por Campúa, momentos antes del referido accidente.

Página de Nuevo Mundo en cuya parte superior aparece una de las fotografías tomadas antes del accidente.

Página de Nuevo Mundo en cuya parte superior aparece una de las fotografías tomadas antes del accidente y el reportaje obtenido en la «visita inesperada» al peñón de Vélez en La Gomera.

En la foto inferior Campúa retrataba a algunas de las autoridades militares de la zona, según el pie de foto:

La oficialidad que manda la guarnición del Peñón de Vélez de la Gomera, reunida en el subterráneo que le sirve de alojamiento, al amparo del bombardeo. En el grupo, los Sres. Esparza del Tercio; Ferrer de Artillería; Andreu, teniente de Alcántara; Armada, capitán de artillería; Guerra, capitán de Policía Indígena y los marinos que hacen el convoy, Sres. Aldecoa y Pérez Izquierdo. El último a la derecha, el capitán de aviación Sr. Franco, uno de nuestros más brillantes pilotos militares y a cuya pericia se debió el resultado de esta expedición hecha por nuestro enviado Campúa.

Ramón Franco fotografiado por Pepe Campúa

Ramón Franco fotografiado por Pepe Campúa en La Gomera en 1922

Ramón Franco Bahamonde recibió en 1924 la Medalla Militar por sus actuaciones en la Guerra del Rif. El aviador se consagró en 1926 al ser el primero en cruzar en avión el Atlántico con el vuelo del Plus Ultra desde Palos de la Frontera hasta Buenos Aires. Una siguiente expedición de Ramón Franco -esta vez a Nueva York- fracasó al estrellarse en aguas portuguesas. En 1930 se sublevó contra la monarquía en el aeródromo militar de Cuatro Vientos, desde donde despegó para arrojar proclamas revolucionarias amenazando bombardear el Palacio Real. Se exilió volando hasta Lisboa y su trayectoria dio numerosos vuelcos tanto personales como ideológicos.  Años más tarde otro accidente aeronáutico -que se dice pudo ser a causa de un sabotaje- acabaría con la vida del piloto cerca de Formentor, en la isla de Mallorca. Su figura estuvo envuelta de polémica y misterio, con sucesivos cambios de bando que han sido objeto de estudios y publicaciones.

Juan Carlos de Borbón ante el objetivo de Campúa

José Demaría Vázquez «Campúa» heredó de su padre el papel tácito de fotógrafo oficial de la Casa Real desde los inicios de su carrera, captando con su cámara los principales momentos de la vida de Alfonso XIII, su familia y sus descendientes. En el desarrollo de esa labor tuvo un buen número de oportunidades para retratar al príncipe Juan Carlos de Borbón desde que nació hasta 1975, con el fallecimiento del propio Campúa.

José Demaría Vázquez "Campúa" fue el único fotógrafo que retrató a Juan Carlos a su llegada a la escuela de Las Jarillas, cuando pisaba por primera vez España

José Demaría Vázquez «Campúa» fue el único fotógrafo que retrató a Juan Carlos a su llegada a la escuela de Las Jarillas, cuando pisaba por primera vez España

En este blog ya habíamos recogido algunas de las instantáneas que el fotógrafo le hizo durante su infancia. Pepe Campúa retrató al futuro rey poco después de nacer, cuando el fotógrafo obtuvo un permiso especial para asistir en Roma al bautizo del hijo de Juan de Borbón. Campúa le retrataría también en Estoril en varias ocasiones, en los días antes de su primera comunión, jugando con sus hermanos, montando a caballo y bañándose en la playa.

También le retrató junto a su abuela la reina Victoria Eugenia y, años más tarde, asistió a su boda en Grecia así como al bautizo de su hijo Felipe de Borbón, entre otros acontecimientos. Campúa y Juan Carlos coincidieron a menudo en las cacerías organizadas por el dictador Francisco Franco en El Pardo y también en numerosos actos públicos y recepciones.

Pepe Campúa saluda al entonces príncipe Juan Carlos de Borbón durante una cacería en El Pardo en 1969.

Pepe Campúa saluda al entonces príncipe Juan Carlos de Borbón durante una cacería en El Pardo el 16 de febrero de 1969.

Ampliamos aquí la selección de imágenes de  Juan Carlos ante el objetivo de Campúa con algunos de los momentos más destacados en los que coincidieron el monarca y el fotógrafo.