Campúa y sus compañeros fotógrafos ante la cámara del Estudio Alfonso

Compartimos, dentro de la sección «Campúa visto por otros», esta fotografía procedente del Archivo Fotográfico Alfonso, una imagen que precursora de las actuales masas de fotógrafos que se ven a menudo a la salida de las instituciones, eventos y edificios oficiales. Una foto sin fecha, que en su ficha original del archivo sólo aparece con la leyenda «Crisis: en la puerta de palacio» y el nº de negativo 117.301.

Crisis en la puerta de palacio. Foto © Alfonso Sánchez Portela (Archivo Fotográfico Alfonso), VEGAP, Madrid, 2014.

Crisis en la puerta de palacio.
Foto © Alfonso Sánchez Portela (Archivo Fotográfico Alfonso), VEGAP, Madrid, 2014.

Un jovencísimo José Demaría Vázquez «Campúa» en el centro de la foto (la sexta cámara por la izquierda) nos permite intuir la fecha y situar la foto en los inicios de su carrera, probablemente entre 1919 y 1923, como muy tarde. Tal vez la imagen corresponde a la crisis de gobierno que se produjo el 25 de febrero de 1920 cuando todo el gabinete dimitió en pleno. Otra posibilidad sería en marzo de 1921 tras el asesinato de Eduardo Dato o quizá con el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923.

Lo que sí documenta el archivo de el Estudio Alfonso son los fotógrafos que aparecen en la imagen, algunos de los principales reporteros de la época. De izquierda a derecha las cámaras pertenecen a: Domingo, Salazar, Contreras, Cortés, Del Río, Campúa (hijo), Orriós, Ortiz, Alfonsito y Pío.

Posa en la instantánea, por tanto, Alfonso Sánchez Portela «Alfonsito», hijo del fotógrafo Alfonso Sánchez García quien pudo entonces haber tomado la fotografía, de no haberlo hecho alguno de los colaboradores de su estudio.

Alfonso padre había cubierto, junto con José Demaría López, «Campúa» padre, la información gráfica de la guerra de África a principios del siglo XX y ambos fueron pioneros del reportaje fotográfico en España. Tal y como les describía Francisco Serrano Anguita en el artículo «Reporterismo gráfico» publicado en el diario Madrid el 4 de noviembre de 1953 (citado por la tesis «La documentación fotográfica en España. Revista La Esfera (1914-1920)» de Juan Miguel Sánchez Vigil):

«Y así llegamos a los dos maestros de la época: Alfonso y Campúa. Tenaces adversarios y fraternales amigos, se encontraban en todas partes y era muy difícil que se ganasen la pelea (…) Uno y otro aparecían donde quiera que hubiese un hecho transcendental, un episodio emocionante o un lance pintoresco. Recorrieron España en múltiples viajes y cuando fue menester batallaron en África, porque lo mismo empuñaron el fusil que hacían clisés para El Heraldo o Nuevo Mundo».

Logotipo del estudio Alfonso

Logotipo del estudio Alfonso

Esa manera de ser grandes amigos y grandes adversarios que tuvieron Alfonso padre y Campúa padre se trasladó de igual forma a sus hijos, Alfonsito y Pepe, quienes también cubrieron la guerra de Marruecos en los años 20 y fueron rivales durante muchos años para conseguir la mejor instantánea de la actualidad política o social. Algunas fuentes afirman que, incluso, Alfonso Sánchez Portela pudo ir a Las Hurdes a intentar fotografiar al rey Alfonso XIII durante su visita oficial, en la que José Demaría Vázquez «Campúa» había sido elegido por sorteo como el único reportero que cubriría el viaje en representando al resto de sus compañeros.

Años más tarde, cuando Pepe Campúa amplió su actividad profesional y se convirtió en empresario cinematográfico, Alfonso también le retrataría en 1935 en el cine Madrid-París, en esta imagen que recogimos anteriormente en esta misma sección del blog. Esa sería otra de tantas veces que posaría para él.

Ambos cubrieron también la Guerra Civil española y, al final de la misma, corrieron distinta suerte. Tal y como explica Francisco Carpio en la biografía de Alfonso Sánchez Portela, publicada en el libro «Héroes sin armas»:

La paz no le traerá precisamente buenos presagios. Junto a los demás miembros de la familia será depurado, se le retira el carnet de prensa y se le permite únicamente trabajar como retratista. Es entonces cuando se dedica intensamente a esa actividad en el estudio familiar, logrando una gran reputación.

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