Pepe Campúa, empresario cinematográfico

Pepe Campúa retratado como empresario cinematográfico en 1933, foto publicada en Mundo Gráfico.

Pepe Campúa retratado como empresario cinematográfico en diciembre de 1933. Fotografía publicada en Mundo Gráfico con motivo de un homenaje ofrecido al reportero y empresario.

Además de su trayectoria como reportero, José Demaría Vázquez «Campúa» desarrollo una intensa actividad como empresario cinematográfico, área en el que fue pionero en Madrid. Su padre José Demaría López ya había iniciado esta línea de trabajo, con diversos teatros y salas de espectáculos. Así, con menos de 20 años, recibió Pepe Campúa de su padre la dirección del cine Royalty, que estaba situado en la madrileña calle de Génova. Tal y como lo explicaba el fotógrafo en una entrevista publicada en diario Pueblo el 18 de junio de 1963:

«Me encargó a mí la dirección pues vio que tenía cierta disposición para ese tipo de negocio y él tenía que ocuparse del periódico. Me puso de sueldo cincuenta duros y con aquella ayuda pude comprarme mi primer coche, un Amílcar. […] En el cine Royalty conocí a Rafael Sánchez Mazas, que concurrió a las primeras sesiones de cine amateur que se dieron en Madrid».

Esa fue su primera experiencia en un sector que apasionaría al fotógrafo. Más tarde, tras una estancia de medio año en Suiza por motivos de salud debido al viaje que realizó con Alfonso XIII a Las Hurdes, a mediados de los años veinte José Mª Carretero, El Caballero Audaz, le presentó a unos empresarios que iban a fundar una productora de películas que se llamaría Renacimiento Film, de la que Pepe Campúa fue nombrado directorEmpezaba el cine sonoro y querían producir películas en español.

«La primera actuación de Imperio Argentina en el cine [sonoro] fue con un contrato que yo la firmé en Renacimiento Film. Yo la conocía de haberla visto trabajar en los teatros de mi padre. […] La película era una coproducción franco-alemana-española y se rodó en Berlín. Recuerdo que Imperio Argentina vivía en la pensión Latina». La película se tituló El profesor de mi mujer. «Tuvo un éxito regular, pero a nosotros nos costó muy barata, unas ciento cincuenta mil pesetas».

Tal y como explicaba el periodista Marino Gómez-Santos en la entrevista de diario Pueblo, en aquella empresa se desdobló la personalidad de José Campúa como un gran hombre de negocios cinematográficos. Compró para la compañía que presidía toda la producción de Walt Disney, introduciendo en España sus películas de dibujos.

«Me puse en contacto con la Columbia, para donde trabajaba este gran artista y por ciento cincuenta mil pesetas adquirí treinta películas de dibujos y otras treinta películas largas, con tres copias de cada una. […] ¿Pero puede creerse hoy que este material no tuvo aceptación? Los empresarios debieron tomarme por loco. Dijeron que era recargar el programa y que no les interesaba esta iniciativa mía. Tanto es así que me costó presentar la dimisión en Renacimiento Film y me quedé en la calle».

Exterior del cine Actualidades en 1933Fotografía sin autor reconocido extraída del número 5 (1933) de la revista Arquitectura, procedente de la Hemeroteca Municipal de Madrid.

Exterior del cine Actualidades en 1933
Fotografía sin autor reconocido extraída del número 5 (1933) de la revista Arquitectura, procedente de la Hemeroteca Municipal de Madrid.

Pero Campúa era amigo de la familia Stuick y un día hablando con el empresario taurino y de espectáculos Livinio Stuick le propuso el negocio de un cine de actualidades en Madrid, donde se proyectaran noticiarios y películas cortas.

«Don Livinio dijo que no le parecía mal la idea y nos pusimos a realizarla. Encontramos un local en la Gran Vía y formamos una sociedad integrada por Ulargui, el conde de Elda, Livinio Stuick y varios amigos más. Total, que hicimos en Madrid el primer cine de actualidades que se llamó así: Actualidades, con refrigeración y todo. Nos costó todo, con maquinaria de cine, butacas y demás, seiscientas cincuenta mil pesetas. El resto del capital lo invertimos en comprar películas».

Así, Campúa deja la máquina de fotos y comienza a hacer pequeños reportajes con la cámara de cine. Si se jugaba un partido de fútbol por la mañana o por la tarde, allí estaba Campúa con su cámara para registrarlo y que el público pudiera verlo en el cine por la noche. Igualmente hacía con las corridas de toros y con los acontecimientos más sobresalientes de la vida española. Llegó a hacer incluso un reportaje durante la Revolución obrera de Asturias en 1934 y las colas para ver aquellas películas de actualidad eran enormes.

Reseña sobre el programa del cine "Actualidades" en 1933, que destaca la labor de Pepe Campúa como pionero del uso de la imagen en movimiento en el reporterismo deportivo.

Reseña sobre el programa del cine «Actualidades» en 1933, que destaca la labor de Pepe Campúa como pionero del uso de la imagen en movimiento en el reporterismo deportivo.

«Se ganó mucho dinero, hasta el punto de que a mí me concedieron el diez por ciento de los beneficios, además de las mil quinientas pesetas de sueldo que tenía. En el primer ejercicio se ganó un millón quinientas mil pesetas, por tanto, tenían que darme ciento cincuenta mil; pero en el Consejo de Administración se armó por ello un gran escándalo. Menos mal que el señor Brandón, un francés que era el presidente, dijo que no sólo merecía esos beneficios sino que debían hacerme un gran regalo. Me regalaron un Ford de ocho cilindros y me pagaron el viaje para asistir, en Roma, a la boda del príncipe de Asturias, de la cual hice un reportaje que luego se pasaría en nuestro cine».

Recogemos a continuación algunos artículos publicados en la época con motivo de un homenaje que recibió José Demaría Vázquez «Campúa» en diciembre de 1933.

Fotonoticia del homenaje a Pepe Campúa como empresario cinematográfico en 1933.

Fotonoticia del homenaje a Pepe Campúa como empresario cinematográfico, publicado en el diario Nación en diciembre de 1933.

Crónica del homenaje a Pepe Campúa como empresario cinematográfico.

Perfil con motivo del homenaje a Pepe Campúa como empresario cinematográfico publicado en el diario Informaciones. El artículo señala cómo aprendió «no solamente las necesidades de una cabina para mejor orientar las características del negocio, sino también el corte y montaje de películas con arreglo a los gustos del público»

Más tarde, en 1935, se lanzaría a otra aventura abriendo la sala de proyecciones Madrid-París -en el nº 32 de la Gran Vía, donde habían estado ubicados los almacenes Madrid-París y, actualmente, se encuentra la sede del Grupo Prisa- de cuya inauguración daba cuenta el diario La Libertad el 20 de abril de 1935.

Entrada del cine Madrid-París, inaugurado en la Gran Vía madrileña en 1935. Fotografía de autor desconocido, publicada en la revista Nuevas Formas, depositada en la Hemeroteca Municipal de Madrid.

Entrada del cine Madrid-París, inaugurado en la Gran Vía madrileña en 1935. Fotografía de autor desconocido, publicada en la revista Nuevas Formas, depositada en la Hemeroteca Municipal de Madrid.

Bajo la dirección de Campúa se ha construido en Madrid-París una gran sala de proyecciones obra del insigne arquitecto Teodoro Anasagasti. El nuevo local es amplio, sencillo y elegante y está dotado de moderno confort y de instalaciones de calefacción y de refrigeración que permitirán su funcionamiento durante todo el año. Su pantalla, extensible, hace posible la proyección a gran tamaño y sus equipos sonoros son de lo más perfecto de la técnica actual. […] La diferencia con los demás locales estará en que Madrid-París proyectará su programa en sesión continua sin descanso alguno y comenzará a las once de la mañana.
Para la sesión inaugural Campúa ha elegido un maravilloso dibujo en colores y la grandiosa y espectacular revista «Música y mujeres», llamada la revista de las elegancias.

Su trabajo, cámara de cine en mano, era reconocido por la prensa de la época, con referencias como la siguiente publicada en El Heraldo de Madrid el 26 de febrero de 1936, sobre la programación del cine Actualidades:

El Éclair Journal recoge los sucesos más importantes de la semana, dedicando a Madrid buena parte del espacio para que el popular reportero Pepito Campúa haya lucido una vez más sus habilidades de toma de vistas impresionando los acontecimientos más interesantes, entre los que destacan las elecciones de diputados a Cortes, la llegada del aviador Menéndez Peláez a barajas, el homenaje del pueblo madrileño a Pedro Rico y demás concejales al hacerse cargo de la Alcaldía, la crecida del «calumniado» Manzanares y, por último, los Carnavales en el paseo de la castellana, todo ello recogido con gran acierto.

Después de la guerra civil -durante la cual trabajó fundamentalmente con la cámara fotográfica- Pepe Campúa volvió a compaginar el reporterismo gráfico con el mundo del cine y fue empresario durante quince años del famoso cine del Palacio de la Prensa en la Gran Vía. Después construyó en Madrid los cines Palace, Ibiza, Argel y el Colisevm de Barcelona. Además, siguió experimentando prácticamente durante toda su vida, no solo con la máquina de fotos, sino también con la cámara de cine o el tomavistas.

(Para redactar e ilustrar este artículo ha sido muy valiosa la información de la web 100 años de Gran Vía
http://granvia.memoriademadrid.es/)

Algunas vivencias de José Demaría Vázquez «Campúa» durante la guerra civil española

Una de las etapas más intensas de la vida personal y profesional de Pepe Campúa fue la guerra civil española. Cuando estalla el conflicto, en 1936 el fotógrafo está en Madrid y recibe el primer golpe personal cuando, el día 20 de septiembre detienen a su padre y lo matan dos días después al sacarlo de la checa de Fomento.

Tal y como Pepe Campúa relata en la entrevista con Marino Gómez Santos, publicada en el diario Pueblo el 18 de junio de 1963 bajo el título “Campúa cuenta su vida”:

Ese mismo día mi vida peligraba también y me fui a la Embajada Argentina. Estaba de Encargado de Negocios Pérez Quesada, que era amigo mío. Me admitieron de verdadero milagro, porque la casa de la Embajada estaba llena de gente. Allí me encontré con Paco Casares, Benito Pico, los Urquijo, Gandarias, Blanquita Borbón…

En la primera expedición pudimos salir disfrazados de milicianos de la C.N.T., pues la Embajada Argentina había comprado uniformes a un tipo de la C.N.T., a condición de que se le pasara a él también.

Algunas de las personas que, junto con Pepe Campúa, se refugiaron en la Embajada de Argentina en Madrid durante la guerra civil

Algunas de las personas que, junto con Pepe Campúa, se refugiaron en la Embajada de Argentina en Madrid durante la guerra civil.
En el reverso de la imagen, el fotógrafo escribe: «Embajada Argentina en Madrid, noviembre 1936. Perseguidos por los rojos la Argentina los amparó» y los nombres del Marqués de Santa Cruz, el Ministro de la Monarquía Sr. Tormo, el Marqués de Santo Domingo y la Marquesa Viuda de Esquilache.

En la siguiente galería pueden verse algunas de las imágenes que captó Pepe Campúa durante aquellos días en la embajada:

Allí, en la embajada argentina, comenzó el largo recorrido que el reportero realizaría en los años de la guerra civil. Al llegar disfrazados a Alicante, donde ya no manda la C.N.T. sino las izquierdas republicanas, la expedición quedó confinada en un piso durante veinticuatro horas:

«Gracias a Pérez Quesada pudimos salir de allí, a las dos de la madrugada, para embarcar en el «Tucumán». Aquella tarde había embarcado también, vestido de marino, Serrano Suñer».

Aquel barco le llevó a la ciudad de Marsella y, desde allí, Pepe Campúa llega a la zona tomada por el bando nacional. Al entrar se encuentra con el periodista Victor de la Serna que le ayudó y le prestó dinero, puesto que el fotógrafo ya no tenía nada. Según narra en la entrevista de Pueblo:

«Yo llegaba materialmente sin cinco céntimos, entonces me indicó lo que procedía hacer para poder trabajar y me presentó a Vicente Gay, que era Director de la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda».

En ese momento Campúa es nombrado Jefe de la Sección de Fotografías y Carteles. Le pusieron un coche e inició su recorrido por los frentes españoles, comenzando por el País Vasco, acompañado por Victor de la Serna y por el periodista de origen portorriqueño que se convertiría en el cronista de Franco, Víctor Ruiz Albéniz conocido como «Tebib Arrumi» (por los años que ejerció como doctor en Marruecos, ya que el seudónimo quiere decir doctor cristiano). Tal y como lo contó el fotógrafo, con la terminología habitual de la prensa de la época:

«A partir de 1937 yo he estado en la toma del Norte, en Extremadura, Levante, Cataluña… Hasta la Liberación, en todos los sitios. Me concedieron dos cruces rojas al Mérito Militar, la medalla de la Campaña, y el Caudillo, al poco tiempo, me concedió la medalla de Isabel la Católica».

Fue muchísimo el material fotográfico recogido por Campúa en dichos años en los que recorrió gran parte de España -ya que incluso consiguió un salvoconducto de la República Argentina para poder moverse por la zona republicana. Una selección de sus fotografías se expondrían en San Sebastián aún durante la contienda. Recogemos a continuación varias imágenes de distintos momentos de la guerra captados por el objetivo de Campúa o bien retratos del propio fotógrafo en distintos momentos de dicha época.

Campúa inició su recorrido por el País Vasco y allí captó innumerables imágenes, como esta de la camioneta del servicio de desinfección en Zarautz, Bilbao con Perico Chicote el 23 de junio de 1937

Campúa inició su recorrido por el País Vasco y allí captó innumerables imágenes, como esta de la camioneta del servicio de desinfección en Zarautz, Bilbao con Perico Chicote el 23 de junio de 1937

Pepe Campúa retrató en 1938 al comandante Vara del Rey junto con el avión "Satanás"

Pepe Campúa retrató en 1938 al comandante Vara del Rey junto con el avión «Satanás». La información de archivo no precisa el lugar donde fue tomada la fotografía.

Pepe Campúa en Benasque, mientras realizaba el reportaje del Frente del Pirineo en 1938

Pepe Campúa en Benasque, mientras realizaba el reportaje del Frente del Pirineo en 1938

Tras la toma de Vinaroz, Pepe Campúa retrata a Franco en el puerto de dicha ciudad valenciana en mayo de 1938

Tras la toma de Vinaroz, Pepe Campúa retrata a Franco en el puerto de dicha ciudad valenciana en mayo de 1938

Para realizar el trabajo de reportero de guerra unas veces hacía falta disfrazarse de sindicalista de la CNT y otras vestir el uniforme falangista. En esta imagen aparece Pepe Campúa a la izquierda en Badajoz en abril o mayo de 1937

Para realizar el trabajo de reportero de guerra unas veces hacía falta disfrazarse de sindicalista de la CNT y otras vestir el uniforme falangista. En esta imagen aparece Pepe Campúa a la izquierda en Badajoz en abril o mayo de 1937

Campúa retratado por el dibujante Manuel Alonso Moyano

Traemos a esta sección de «Campúa visto por otros» esta caricatura de José Demaría Vázquez «Campúa» realizada por el dibujante sevillano Manuel Alonso Moyano «Manolo», que colaboró a principios del siglo XX en el semanario Don Cecilio.

Caricatura de Campúa, fechada en agosto de 1042, realizada por Manuel Alonso Moyano

Caricatura de Campúa, fechada en Madrid en agosto de 1942, realizada por Manuel Alonso Moyano

El año en que este dibujo fue realizado -1942- fue difícil para Pepe Campúa ya que, según los documentos conservados en el Centro Documental de la Memoria Histórica, en esa época fue sido juzgado y condenado por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo que ordenó su encarcelamiento en la Cárcel de Porlier a principios del mes de julio. Allí se dice que permaneció durante al menos tres meses y medio, acusado de haber pertenecido a una logia masónica, por lo que este dibujo habría sido realizado durante dicho periodo de privación de libertad.

Desconocemos las circunstancias en las que el dibujante lo llevó a cabo. Quizá a partir de una fotografía,  quizá durante una visita a prisión o tal vez por encontrarse el propio autor de  la caricatura encarcelado… No se han encontrado todavía documentos que permitan saber cómo Alonso Moyano, «Manolo», realizó este magistral retrato en el que el fotógrafo, paradójicamente, esboza media sonrisa y tiene un semblante tranquilo. Sea como fuere, Campúa guardaría el dibujo de «Manolo» entre sus recuerdos personales durante toda la vida.