El Carnaval ante la cámara de Campúa

Las revistas ilustradas de principios de siglo XX en España destacaban los días de Carnaval y se hacían eco de los desfiles, carrozas y disfraces. Publicaciones como Nuevo MundoMundo Gráfico y La Esfera son buen espejo de cómo se celebraba la fiesta previa a Cuaresma y en ellas se publicaron numerosas fotos, tanto de Campúa padre como de su hijo, que reflejaban la alegría de esas fechas o que ilustraban pequeños relatos en torno al carnaval.

Fotografía de José Demaría López, "Campúa" padre, publicada en Nuevo Mundo el 7 de marzo de 1919. En su pie figura: "Mascarada original: los alumnos de la escuela de arquitectura disfrazados y caracterizados de personajes políticos, literarios y artísticos que celebraron el domingo de Carnaval el acto de colocar la primera piedra para el futuro edificio de la Escuela de Arquitectura

Fotografía de José Luis Demaría López, «Campúa» padre, publicada en Nuevo Mundo el 7 de marzo de 1919. En su pie figura: «Mascarada original: los alumnos de la escuela de arquitectura disfrazados y caracterizados de personajes políticos, literarios y artísticos que celebraron el domingo de Carnaval el acto de colocar la primera piedra para el futuro edificio de la Escuela de Arquitectura

Fotografia firmada por Campúa, probablemente autoría de Campúa padre, publicada el 27 de febrer de 1920 en Nuevo Mundo para ilustrar el relato "La máscara roja" de José Ortega Munilla

Fotografia firmada por Campúa, probablemente autoría de Campúa padre, publicada el 27 de febrero de 1920 en Nuevo Mundo para ilustrar el relato «La máscara roja» de José Ortega Munilla

Desde los inicios de su carrera, José Demaría Vázquez -«Campúa» hijo- también fotografió los días de carnaval y en los reportajes de las revistas gráficas en las fechas de carnaval, compartía páginas con fotógrafos como Salazar, Alfonso, Díaz-Casariego, Merletti o Marín. Uno de sus primeros reportajes carnavalescos fue el que realizó en los jardines de Joaquín Sorolla en 1920 con “La eterna comedieta: Colombina y Arlequín”. Una de las fotos de aquel reportaje ilustraría el mes de carnaval en el almanaque de Nuevo Mundo en 1922, cuando Campúa ya había comenzado a ser reconocido y a tener su hueco en el ámbito de la fotografía.

Fotografía de José Demaría Vázquez "Campúa" que ilustró el mes de febrero de 1922 en el almanaque de la revista Nuevo Mundo. Las dos modelos que hacían de Colombina y Arlequín habían posado para la cámara del fotógrafo dos años antes en los jardines de Joaquín Sorolla

Fotografía de José Demaría Vázquez «Campúa» que ilustró el mes de febrero de 1922 en el almanaque de la revista Nuevo Mundo. Las dos modelos que hacían de Colombina y Arlequín habían posado para la cámara del fotógrafo dos años antes en los jardines de Joaquín Sorolla

En los años siguientes también retrataría las carrozas y los disfraces por las calles madrileñas, sin embargo, las revistas gráficas comienzan a criticar en sus crónicas que el carnaval en Madrid es cada vez más deslucido a partir de los años del Directorio Militar de Miguel Primo de Rivera. «Fiesta plebeya sin gracia y sin arte», la describía Nuevo Mundo el 14 de marzo de 1924. «Es innegable que, año a año, el Carnaval sobre todo en su aspecto callejero, cae en una lamentable decadencia», señalaba la publicación dirigida por Francisco Verdugo el 27 de febrero de 1925 y, en la misma revista, el 4 de marzo de 1927 se afirmaba: «El único Carnaval que queda en Madrid es el de los niños».

Desde 1937, durante la guerra civil y después durante toda la dictadura, Francisco Franco prohibió la celebración del Carnaval, solo a excepción de los bailes infantiles con disfraz o con trajes regionales, celebrados en las casas particulares o en locales autorizados por las autoridades. Fueron lo que algunos han descrito como «cuarenta años de Cuaresma». Sin embargo la astucia popular hizo que el Carnaval se siguiera celebrando de una manera o de otra, cambiando el nombre de la fiesta o celebrándola en privado como podemos ver en las siguientes fotos tomadas por Pepe Campúa en los años 50.

A pesar de que solo estaban permitidas las fiestas infantiles y los trajes tradicionales, el archivo de Campúa nos permite comprobar que incluso en aquella época existían resquicios de libertad en el ámbito privado, como puede apreciarse en las siguientes imágenes -alguna con gestos ciertamente transgresores para la época-, obtenidas el 1 de marzo de 1952 en el «baile de disfraces organizado por Luis Rubiera para los directores y artistas de la pantalla española», tal y como figura en el registro de estas fotografías.

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